Que dificil es ser Dios - Стругацкие Аркадий и Борис. Страница 22

Kira tenia la virtud de creer firmemente en todo lo bueno. Si aquellas mismas cosas se las contaran a un siervo de la gleba, se reiria incredulamente, se restregaria la nariz con la manga de la camisa y se marcharia sin decir palabra, aunque tal vez se volviera de vez en cuando para mirarle, como diciendo: «No parece mal hombre ni esta borracho, pero… ?que desgracia! Debe estar mal de la cabeza este pobre noble Don». Acude con estas historias a Don Tameo o a Don Sera, y no te escucharan hasta el final. El uno se dormira y el otro, tras un eructo, dira: «Todo esto es per(?hic!)fecto, pero ?que me dices de las mujeres?». Don Reba no. Don Reba escucharia atentamente hasta el final, y luego llamaria a sus milicianos para que se encargaran de retorcerle los brazos al noble Don y esclarecieran quien le habia contado esas cosas tan peligrosas, y quien habia tenido tiempo de contarselas a el.

Al cabo de un rato, Kira se tranquilizo y se quedo dormida. Le dio un beso en la frente, la cubrio con su capa de invierno con vueltas de piel y, andando de puntillas, salio de la habitacion y entorno la puerta, que rechino como de costumbre. Rumata bajo a oscuras hasta el cuarto de la servidumbre, echo una mirada por encima de las cabezas que se inclinaban ante el y dijo:

— He tomado un ama de llaves. Se llama Kira. Vivira arriba, en la habitacion que esta detras del gabinete. Manana mismo hay que preparar esta habitacion como es debido. Al ama hay que obedecerla al igual que a mi — al decir esto miro atentamente a ver si alguien sonreia, pero se convencio de que todos escuchaban respetuosamente -. Y si me entero de que alguien de vosotros empieza a cotorrear por ahi al respecto, ?le arrancare la lengua!

Tras aquellas palabras, aguardo unos instantes para causar un mayor efecto, y luego volvio a subir a sus habitaciones particulares. Entro en el salon, adornado con panoplias de mohosas armas y muebles carcomidos, se acerco a la ventana, apoyo su frente en el oscuro y frio vidrio y miro a la calle. Oyo el toque de la primera guardia. En las ventanas de enfrente encendieron las luces y cerraron los postigos, para no llamar la atencion a las personas y a los espiritus malignos. Todo estaba en silencio. De pronto, un borracho grito desaforadamente. Quiza intentaran robarle algo, o tal vez era el mismo que intentaba meterse en casa ajena.

Aquellas noches solitarias, odiosas, desesperantes, eran lo peor de todo. Nosotros pensabamos que esto seria una lucha eterna, dura y victoriosa, razono Rumata, que tendriamos siempre una idea clara de lo que es bueno y de lo que es malo, y de quien es el amigo y quien el enemigo. Y todo lo que pensabamos entonces era exacto, pero no tuvimos en cuenta muchos factores. No pudimos prever por ejemplo estas noches, a pesar de que suponiamos que las habria.

Abajo se oyo un chirriar de hierros. Por lo visto ya era tarde y estaban echando los cerrojos. La cocinera le estaria rezando a San Miki, pidiendole un marido serio y comprensivo. El viejo Muga bostezaria, golpeandose la boca con el pulgar. Los criados estarian dandole los ultimos sorbos a su cerveza de la noche y chismorreando. Y Uno, cuyos ojos brillarian en la penumbra, diria como una persona mayor:

— Basta ya de darle a la sinhueso. Pareceis…

Rumata se aparto de la ventana y dio unos pasos por el salon. Esto es desesperante, siguio pensando. No hay fuerza capaz de arrancarlos del estrecho circulo de sus preocupaciones e ideas. Se les puede dar todo: se les puede acomodar en las mas modernas casas de espectroglas y acostumbrarles a los tratamientos ionicos, pero por las noches seguiran reuniendose en la cocina, jugaran a las cartas y se reiran a carcajadas cuando a algun vecino le zurre su mujer. Para ellos no hay otra forma mejor de pasar el tiempo. En este sentido lleva razon Don Kondor: Don Reba es algo absurdo, una insignificancia comparado con este cumulo de tradiciones y reglas gregarias santificadas por los siglos, inmutables, comprensibles hasta para el mas torpe de los torpes y que, ademas, no obliga a pensar ni a molestarse. Don Reba no figurara ni en los libros de historia que se estudien en la escuela: sera simplemente»un aventurero de poca monta de la epoca en que se fortalecio el absolutismo».

?Don Reba! Don Reba no es ni alto ni bajo, ni grueso ni excesivamente delgado, ni tiene mucho pelo ni se puede decir que sea calvo. Sus movimientos no son bruscos ni calmados. Su rostro es imposible de recordar, porque se parece a miles de otros rostros. Es cortes, galante con las damas, y sabe escuchar a sus interlocutores, aunque jamas brille por sus ideas propias.

Don Reba emergio hacia tres anos, procedente de uno de los mohosos sotanos de las oficinas de palacio, como un empleadillo insignificante, obsequioso, palido y con reflejos azulados. Poco despues, el que era entonces presidente del Consejo de Ministros fue arrestado y ajusticiado inesperadamente, y dias mas tarde varios altos funcionarios murieron torturados, sin comprender nada, tras enloquecer de terror. Y sobre sus cadaveres crecio, al igual que un monstruoso hongo palido, aquel implacable genio de la mediocridad. Si, Don Reba no es nadie ni viene de ninguna parte. No es la inteligencia privilegiada que destaca al lado de un monarca debil, como conocemos algunos casos en la historia, ni el hombre grande y temible que consagra su vida a la causa de la unificacion de su pais en aras de la autocracia. Tampoco es un favorito ambicioso, avido de oro y de mujeres, capaz de matar a derecha e izquierda con tal de mantenerse en el poder y de gobernar para seguir matando. Circulan rumores que dicen que ni siquiera es Don Reba, que Don Reba es otra persona, y que no sabe nadie quien es este, un brujo, un sosia o un impostor. Todo lo que don Reba piensa es un fracaso. Penso enemistar entre si a las dos familias mas importantes del Reino, para debilitarlas y empezar asi una gran ofensiva contra los barones. El resultado fue que las dos familias hicieron las paces, chocaron sus copas en senal de alianza eterna, y acto seguido arrebataron al Rey un buen pedazo de tierras que pertenecian a los Totz de Arkanar desde tiempos inmemoriales. Don Reba declaro la guerra a Irukan: el mismo condujo sus ejercitos hasta la frontera, los vio hundirse en los pantanos y perderse en los bosques, y por fin los abandono a su suerte y huyo a Arkanar. Gracias a los esfuerzos de Don Gug, del cual no podia ni siquiera sospechar, consiguio que el duque de Irukan firmase la paz a cambio de dos ciudades fronterizas. Tras esto, el Rey tuvo que rascar hasta el fondo las ya exhaustas arcas del tesoro para sofocar las sublevaciones campesinas que se produjeron en todo el pais. Tales errores hubieran bastado para colgar por los pies de lo mas alto de la Torre de la Alegria a cualquier ministro, pero Don Reba siguio en el poder. Suprimio los Ministerios encargados de la Educacion y del Fomento del Bienestar Publico, y creo en cambio el Ministerio de Seguridad de la Corona; desplazo de sus puestos gubernamentales a los aristocratas de abolengo y a los pocos sabios que habia en ellos; desorganizo por completo la economia; escribio un tratado: Sobre la esencia animal de los labradores; y finalmente, hacia un ano, organizo la «Guardia de Seguridad», o Milicias Grises. Hitler estaba respaldado en su tiempo por los grandes monopolios. Pero Don Reba no tiene a nadie tras el, y esta claro que los milicianos terminaran comiendoselo como si fuera un conejo. No obstante, por ahora es el quien manda, el que hace y deshace, el que para enmendar una equivocacion comete otra como si quisiera enganarse a si mismo o como si para el no existiera mas que el paranoico problema de destruir la civilizacion. Don Reba, lo mismo que Vaga Koleso, no tiene pasado. Hace dos anos cualquier noble bastardo hablaba de el como de «un plebeyo despreciable que ha enganado al Rey»; en la actualidad, todos los aristocratas se consideran parientes del Ministro de Seguridad de la Corona por linea materna.