Viernes o Los limbos del Pac?fico - Tournier Michel. Страница 6

Robinson, pese a la decepcion sufrida, extrajo de aquel incidente un remanente de alegria que le sirvio para vivir durante algunos dias. Ademas, el incomprensible comportamiento de Tenn sirvio tambien para que apartara su pensamiento del Evasion , entretenido ahora con un nuevo alimento: ?Era posible que los terrores y los sufrimientos del naufragio hubieran provocado la locura del animal? ?O es que era tan grande su pesar por la muerte del capitan que ya no soportaba la presencia de otro hombre? Pero una nueva hipotesis se gesto en su espiritu y le lleno de angustia: quiza llevaba ya tanto tiempo en la isla que en ultimo termino era natural que el perro hubiera regresado al estado salvaje. ?Cuantos dias, semanas, meses habian transcurrido desde el naufragio del Virginia ? Robinson sentia vertigo al plantearse esta pregunta. Le parecia que arrojaba una piedra al fondo de un pozo y que esperaba inutilmente para poder oir el ruido de su caida al fondo. Se juro entonces que a partir de ese momento marcaria una muesca cada dia, sobre un arbol de la isla, y una cruz cada treinta. Luego olvido su proposito, enfrascado de nuevo en la construccion del Evasion .

Poco a poco la embarcacion tomaba forma: la de un cuter amplio con la roda muy poco elevada; un barco poco pesado que debia tener de cuatro a cinco toneladas de calado. Era lo menos que se requeria para intentar con alguna posibilidad de exito la travesia hasta la costa chilena. Robinson habia optado por colocar un solo mastil que portaria una vela triangular latina, lo que le aseguraba una gran superficie de velamen y que, sin embargo, seria facilmente manejable por un solo hombre, adaptandose especialmente al viento de costado (N-S), que era el que predominaria sin duda alguna si se navegaba proa al este. El mastil deberia atravesar la camareta para llegar a incrustarse en la quilla de modo que quedara completamente soldado al casco. Robinson, antes de proceder a la instalacion del puente, paso por ultima vez la mano sobre la superficie interior -lisa y estrechamente soldada- de los costados del barco e imagino con delectacion las gotas que aparecerian en todas las junturas cuando botara el barco por primera vez. Harian falta varios dias de inmersion para que, al hincharse la madera, el casco resultara impermeable. El armazon del puente, soportado por los baos, exigio por si solo varias semanas de duro trabajo, pero no podia renunciar a el porque el barco no debia echarse a la mar en caso de mal tiempo y era necesario que las provisiones indispensables para la subsistencia del pasajero durante la travesia se mantuvieran resguardadas.

En todos aquellos trabajos Robinson sufria mucho al no poseer una sierra. Aquel instrumento -que no podia elaborar con medios improvisados- le habria ahorrado meses de trabajo con el hacha y el cuchillo. Una manana creyo ser victima de su propia obsesion cuando, al despertarse, escucho un ruido que solo podia interpretar como el que haria un serrador en el trabajo. A ratos cesaba el ruido, como si el que utilizara la sierra hubiera cambiado de posicion y luego volvia a reaparecer con una regularidad monotona. Robinson salio despacio del agujero de la roca en que se habia acostumbrado a dormir y avanzo con cautela hacia el lugar de donde procedia aquel ruido, esforzandose en prepararse para la emocion que iba a experimentar si se encontraba frente a frente con un ser humano. Termino descubriendo, al pie de una palmera, un cangrejo gigante que serraba con sus pinzas una nuez de coco que tenia apretada entre sus patas. En las ramas del arbol, a unos veinte pies de altura, otro cangrejo atacaba a las nueces en su base para hacer que cayeran. Los dos crustaceos no parecieron incomodarse en modo alguno por la aparicion del naufrago y prosiguieron tranquilamente su ruidosa tarea.

El espectaculo le produjo un profundo disgusto. Volvio al claro del Evasion , reafirmado en el sentimiento de que aquella tierra seguia siendo extrana para el, que se hallaba colmada de maleficios y que su barco -cuya maciza y simpatica silueta podia vislumbrar entre la maleza- era todo lo que le unia con la vida.

Como carecia de barniz, o incluso de alquitran, para endurecer los costados del casco, comenzo a fabricar una especie de cola siguiendo un procedimiento que habia observado en los astilleros del Ouse. Para conseguirla tuvo que talar casi por entero un bosquecillo de acebo que habia descubierto casi desde el comienzo de su trabajo. Durante cuarenta y cinco dias estuvo dedicado a despojar a los arbustos de su primera corteza y luego recogio la corteza interior, cortandola en lajas. Luego hizo hervir durante mucho tiempo en un caldero aquella masa fibrosa y blanquecina que se descompuso poco a poco, produciendo un liquido espeso y viscoso. Lo volvio a poner al fuego y, cuando todavia estaba caliente, lo extendio sobre el casco del barco.

El Evasion estaba terminado, pero la larga historia de su construccion quedaba escrita para siempre sobre la carne de Robinson. Cortes, quemaduras, cuchilladas, callos, marcas indelebles y cicatrices deformes narraban la obstinada lucha que habia tenido que entablar para conseguir aquel barquito rechoncho y veloz. Como carecia de diario de a bordo, contemplaria su propio cuerpo cuando quisiera acordarse.

Comenzo entonces a reunir las provisiones que pensaba embarcar consigo. Pero abandono en seguida la tarea al darse cuenta de que convenia meter primero en el agua su nueva embarcacion, para probar su calado y comprobar su estabilidad. Pero una angustia sorda le impedia hacerlo: el miedo a un fracaso, a un golpe inesperado que redujera a la nada las oportunidades de exito de aquella empresa con la que se jugaba la vida. Le parecia que tal vez el Evasion podia presentar en las primeras pruebas algun defecto imprevisto, un exceso de calado, por ejemplo -seria entonces poco manejable y las mas pequenas olas le cubririan-, o, por el contrario un calado insuficiente, en cuyo caso zozobraria al primer desequilibrio. En sus peores pesadillas, la embarcacion, nada mas rozar la superficie del agua, se hundia como un lingote de plomo y el, con el rostro sumergido en el agua, la contemplaba hundirse anadeando en glaucas profundidades cada vez mas sombrias.

Por ultimo se decidio al fin a efectuar aquella botadura diferida desde hacia tanto tiempo por oscuros presentimientos. En realidad, no se sorprendio ante la imposibilidad de arrastrar sobre la arena, para llegar hasta el mar, aquel casco que debia pesar mas de mil libras.

Pero su primer fracaso le revelo la gravedad de un problema que nunca se habia planteado en serio. Fue una ocasion para descubrir un importante aspecto de la metamorfosis que sufria su espiritu por influencia de su vida solitaria. Era como si el campo de su atencion se hiciera mas profundo, pero al mismo tiempo mas estrecho. Se le hacia cada vez mas dificil pensar en varias cosas al mismo tiempo, e incluso tenia dificultades para pasar de un asunto que le preocupara a otro diferente. De este modo se dio cuenta de que el projimo es para nosotros un poderoso factor de distraccion no solo porque nos perturba sin cesar y nos arranca de nuestros pensamientos, sino ademas porque la sola posibilidad de su aparicion proyecta una imprecisa claridad sobre un universo de objetos que se hallan situados al margen de nuestra atencion, pero que, en cualquier momento, podrian pasar a convertirse en su centro. Esta presencia marginal y como fantasmagorica de las cosas de las que no se ocupaba de inmediato se habia ido borrando poco a poco del espiritu de Robinson. A partir de ese momento se encontraba rodeado de objetos sometidos a la somera ley del todo o nada, y por eso, absorbido en la construccion del Evasion , se habia desentendido del problema de su flotacion. Conviene anadir que habia estado ademas trastornado por el ejemplo del arca de Noe, que se habia convertido para el en el arquetipo del Evasion : construida en medio de la tierra, lejos de cualquier playa, el arca habia aguardado a que el agua llegara hasta ella, cayendo del cielo o deslizandose desde la cumbre de las montanas.

Un panico, al principio dominado y luego vertiginoso, se apodero de el cuando fracaso tambien al deslizar unos troncos bajo la quilla para conseguir que rodara, como habia visto hacer con los fustes de las columnas cuando fue construida la catedral de York. El casco era inamovible y Robinson solo consiguio hundir una de sus cuadernas al apoyarse sobre ella con una estaca que hacia palanca sobre un madero. Al cabo de tres dias de esfuerzo, la fatiga y la colera nublaron su vista. Ideo entonces un ultimo procedimiento para lograr ponerlo a flote: ya que no podia deslizar el Evasion hasta el mar, podria hacer tal vez que el mar subiera hasta el barco. Bastaba con realizar una especie de canal que, partiendo de la orilla, se iria haciendo cada vez mas profundo hasta alcanzar el lugar en que habia sido construido el barco. Este se deslizaria al fin por el canal en el que penetraria diariamente el agua cuando subiera la marea. Se puso al trabajo en seguida. Luego, ya con el animo mas sereno, calculo la distancia entre la orilla y el barco y, sobre todo, la altura a la que se encontraba este por encima del nivel del mar. El canal deberia tener ciento veinte yardas de longitud, y tendria que hundirse en el acantilado hasta mas de cien pies de profundidad. Empresa gigantesca para la que, en el mejor de los casos, no serian bastantes todos los anos que podrian quedarle de vida. Renuncio.

El legamo liquido sobre el que danzaban nubes de mosquitos era recorrido por remolinos viscosos cuando un jabato del que solo emergia el manchado hocico se prendio del costado materno. Varias manadas de jabalies habian establecido su pocilga en las zonas pantanosas de la costa oriental de la isla, y alli permanecian sumergidos durante las horas mas calurosas del dia. Pero mientras que la hembra adormecida se confundia con el fango en su inmovilidad vegetal, su carnada se agitaba y disputaba sin cesar con agudos grunidos. Como los rayos del sol comenzaban a hacerse oblicuos, la jabalina salio de pronto de su somnolencia y con un gran esfuerzo alzo su cuerpo chorreante sobre una lengua de tierra seca, mientras que los pequenos huian furiosos con gritos estridentes para escapar a la succion del fango. Despues, toda la piara marcho en fila india con un gran ruido de matorrales pisoteados y de madera quebrada.

Fue entonces cuando una estatua de barro se animo a su vez y se deslizo entre los juncos. Robinson no sabia ya cuanto tiempo habia transcurrido desde que abandonara su ultimo harapo en los espinos de un zarzal. Ademas, ya no temia el ardor del sol, porque una reseca costra de suciedad cubria su espalda, sus costados y sus caderas. Su barba se mezclaba con sus cabellos y su rostro desaparecia tras aquella masa hirsuta. Sus manos, convertidas en munones ganchudos, no le servian mas que para marchar, porque en cuanto intentaba ponerse de pie le invadia el vertigo. Su debilidad, la suavidad de la arena y los cenagales de la isla, pero sobre todo la ruptura de algun pequeno resorte de su alma, hacian que solo se desplazara arratrandose sobre su vientre.