Los Jardines De Luz - Maalouf Amin. Страница 38
A decir verdad, resultaba desconcertante que el padre de un mensajero, de un profeta, de un fundador de creencia, hubiera vivido durante tanto tiempo. En la vida de Moises, de Buda, de Jesus o de Zoroastro, el progenitor estaba ausente, era como un fantasma o habia desaparecido prematuramente, como si las sienes de los huerfanos fueran mas aptas para recibir la uncion del Cielo. No fue este el caso de Mani. Su padre estuvo constantemente a su lado, pisandole los talones hasta la edad adulta; aventurero de la fe rigida y luego discipulo y apostol, su trayectoria fundamenta, aclara e ilustra la de su hijo y maestro.
De pie junto a la tumba de Mariam y de Pattig, mirando a veces a la de la fiel y olvidada Utakim que estaba situada a algunos surcos de alli, Mani parecia despojado de su natural aplomo y habia perdido su apariencia de conductor o de guia. Su pensamiento, como una fragil barca, se encontraba sumergido en la ola caotica de las sensaciones y de los recuerdos, y apenas pudo articular unas palabras para pedir al Elegido mas cercano, un discipulo de Edesa llamado Sisinios, que dirigiera la oracion en su lugar y que pronunciara el sermon. Una elegia corta y sobria que el hijo de Babel no pudo seguir hasta el final porque se sintio desfallecer. Denagh acudio presurosa, asi como Maleo y Cloe, y luego Sisinios y algunos mas, que le sostuvieron y le llevaron con precaucion hasta la casa, hasta el lecho que habia sido el de sus padres, donde se tendio, aun deslumbrado y con la mente tan nublada como el alba al caer las brumas sobre las cienagas de Mesana.
Al dia siguiente, aunque habia pasado una noche inquieta, Mani insistio en partir de nuevo. Queria abandonar lo antes posible aquel lugar en el que se sentia tan vulnerable, tan poco dueno de si mismo, y aseguro a sus amigos que soportaria sin problemas las dos jornadas que les separaban de Ctesifonte. Pero al cabo de tres horas de marcha por caminos pedregosos, se sintio desfallecer una vez mas y tuvo que proseguir el viaje tendido en un carricoche bajo un baldaquino de mujer, protegido del sol y de las miradas de los suyos. Solo Denagh permanecio a su cabecera, rociandole sin cesar la frente, la nuca y los labios con agua fresca y perfumada.
Mucho antes de que divisaran la capital, el emisario del palacio fue a su encuentro para notificar a Mani la convocatoria imperial. El hijo de Babel le rogo con voz debil que transmitiera al soberano sus excusas y la promesa de que obedeceria en cuanto estuviera algo restablecido y en estado de presentarse ante el rey de reyes. El paje se dispoma a insistir, pero al comprobar por si mismo el estado de agotamiento en que se encontraba Mani, volvio grupas y se alejo, tan contrariado que descuido despedirse con cortesia.
Cuando, al cabo de algunas horas, la caravana llego por fin ante la casa de Maleo, el emisario del palacio estaba alli esperandola. Pero no estaba solo. Sapor habia enviado con el al drusbadh, jefe de los medicos del Imperio, importante dignatario, enfundado en sus atavios reglamentarios y acompanado de todo un ejercito de sangradores, boticarios, encargados de los incensarios y expertos en colocar sanguijuelas, que llevaban a la vista sus instrumentos para sanar o para martirizar. Insistiendo hasta la bufonada, el monarca habia ordenado que se unieran a esta comitiva tres adivinos sacrificadores y el coro titular de las suplicantes curanderas.
Mani deberia haberlo sospechado; cuando el que convoca es el divino Sapor, rey de reyes, dios entre los hombres y hombre entre los dioses, hermano del Sol y de la Luna, ni el duelo, ni la enfermedad, ni la invalidez son excusas admisibles… Acogio, pues, a toda esa gente con una sonrisa livida pero cortes.
– Id a decir al senor del Imperio que su solicitud me ha sanado sin tener que recurrir a vuestra medicina. Ire esta misma tarde a prosternarme a los pies del trono, pero es posible que necesite a dos guardias vigorosos que me ayuden a levantarme.
Dos
Antes que nada, Sapor ordeno que le dejaran solo con Mani; Mani, al que miraba fijamente desde lo alto de su asiento monumental, en medio de un silencio compartido.
Luego, hablo.
– En otro tiempo, yo tenia un amigo -dijo el rey de reyes apartando la mirada de su palido visitante vespertino-. Le habia tomado carino y le trataba con consideracion, aunque, por su edad, habria podido ser mi hijo. Pero cuando llego el dia en que no segui uno de sus consejos, me abandono, huyo, dejo de interesarse por mi suerte como si jamas le hubiera amado ni protegido, como si este palacio estuviera ocupado por el usurpador barbaro de un reino sin ley.
El monarca callo. El silencio ocupo el espacio. Luego pudo oirse debilmente la respuesta de Mani.
– A lo largo de estos anos, he rezado constantemente para que el Cielo concediera larga vida al senor del Imperio.
Desde el fondo de la garganta de Sapor broto una especie de risa aspera y llena de sarcasmo.
– ?Que caiga sobre ti el oprobio, mensajero de paz! ?Rezas para que viva aquel que manda en todas las espadas del Imperio, rezas para que mi vida se prolongue, cuando sabes que voy a proseguir la guerra y que por mi causa miles de hombres pereceran? ?No es contrario a tu fe contribuir asi con tus oraciones a la continuacion de esta matanza?
El tono de Mani se hizo neutro y didactico, como si se esforzara por responder a las preocupaciones sinceras de un discipulo escrupuloso.
– A un medico que cuida a un paciente, ya sea rey o camellero, no le interesa lo que haga ese hombre una vez repuesto. Lo mismo sucede con mis oraciones.
– ?Rezas, pues, por mi salud, pero no llegarias a rezar para que pueda rechazar al enemigo que amenaza hoy al Imperio!
– Mi deseo es que todos los invasores sean rechazados, que todos los lugares de este universo, las casas, los templos, los hombres, los arboles, asi como todos los cuerpos celestes, sean preservados de toda brutalidad y de toda humillacion, que los soberanos encuentren el camino del sosiego, tanto para ellos mismos como para aquellos cuya suerte depende de sus actos.
– ?Para que sirven tus deseos cuando el enemigo esta a las puertas?
– ?Para que han servido las empresas guerreras si el enemigo esta ahora a las puertas?
Sapor hizo una mueca de dolor y un estremecimiento recorrio su rostro demacrado por las fiebres. Sin embargo, su expresion se suavizo.
– Es verdad que de todos aquellos a quienes consulte, tu fuiste el unico que predijo que los romanos no tardarian en recobrarse y que entonces lucharian encarnizadamente para vengarse de las humillaciones que habrian tenido que soportar. ?Ahora puedes vanagloriarte de haber tenido razon!
– Haber tenido razon o haberse equivocado, ?que importancia tiene? Apenas recuerdo los consejos que pude dar. Los consejeros solo hablan y el senor es el unico que decide y manda.
– Acuerdate, medico de Babel, que durante mucho tiempo dude, sopese y contemporice. Tu insistencia me hizo retractarme de las decisiones que ya habia anunciado y hasta he vacilado tanto que mi autoridad ha estado a punto de verse comprometida. La corte se levantaba y se acostaba al son del descontento. Tuve que tomar una decision, era mi deber soberano y mi prerrogativa. Tu deber era permanecer a mi lado.
El tono de su voz habia ido subiendo con estas ultimas palabras, antes de bajar de nuevo, como por hastio.
– Si, Mani. No te escuche lo bastante antes de lanzarme a esos tiempos de guerra, pero a pesar de todo, tu deberias haberme acompanado en cada etapa de mi camino, ya que quiza en Armenia y ante Antioquia te habria escuchado y, seguramente, gracias a ti, habria frenado el celo demoledor de Kirdir y habria impedido a los magos que martirizaran a las poblaciones, provocando que se levantaran contra nosotros. En tu ausencia, mi hijo Ormuz y todos los cortesanos que solian escucharte estaban como huerfanos de ti y mudos. Yo tambien echaba de menos tu voz justa y franca. Maldito seas Mani, ?es asi como demuestras tu gratitud a aquel que te ha protegido siempre y que te sigue protegiendo a pesar de tu traicion? Si cualquier otro de mis subditos se hubiera comportado asi, si cualquier otro hombre hubiera proferido las frases sediciosas que vas propagando por el Imperio, le habria hecho empalar. ?Por que tengo que ceder asi cuando se trata de ti, medico de Babel?
Guardo silencio, como sorprendido por su propia interrogacion, como si un extrano acabara de hacerle una pregunta que nunca se le habia ocurrido y que le turbaba a la vez que le desafiaba.
– Quiza… -comenzo. Una vez mas se interrumpio antes de proseguir con voz entrecortada-. Cuando estoy sentado en este trono, entre las miles de miradas que se cruzan con la mia o que la esquivan, siempre hay una en la que vuelvo a descubrirme mortal. Esa mirada es la tuya.
Los dos hombres se contemplaron. Ambos se veian avejentados, lividos, y tan parecidos… Sapor hizo una sena a su amigo para que subiera los primeros peldanos del trono monumental y fuera a sentarse en el cojin tapizado que ocupaba, de ordinario, el encargado de la cortina cuando el soberano deseaba hablarle largamente al oido. Con un gesto que jamas habia hecho anteriormente, el rey de reyes puso la mano en el hombro del Mensajero y le confio:
– Hay tantos hombres que intentan halagar mis peores inclinaciones… y las voces amigas se apagan.
Sus palabras permanecieron en suspenso. Tenia el busto inclinado, como postrado sobre su pedestal.
– He perdido Antioquia, donde habia dejado mi unica guarnicion importante. De ahora en adelante los romanos van a recuperar una a una todas las ciudades que he conquistado; y esta misma tarde han venido a notificarme que la vanguardia romana ha cruzado el Eufrates y se encuentra ya al norte de Mesopotamia. ?Dentro de veinte dias Valeriano irrumpira en este lugar, al pie de las murallas de Ctesifonte!
El hijo de Babel no creia que la situacion estuviera hasta tal punto degradada. Aparto los ojos por temor a que Sapor adivinara en el cierta irreverente compasion.
– Es necesario que conduzca al ejercito a Edesa lo mas rapidamente posible. Hay que salvar a Mesopotamia y, si es posible, conservar Armenia. Si tu me acompanaras ahora, me ayudarias quiza a tomar las decisiones justas.
Mani hizo un gesto imperceptible como para separarse, pero el cuerpo de Sapor se apoyaba cada vez mas sobre su nombro.
– Esta manana -dijo el rey de reyes- he firmado un decreto confiando a mi hijo Ormuz el gobierno de Armenia, con el titulo de gran rey. Va a ordenar a los magos que abandonen el reino. Todas las creencias, antiguas o recientes, seran respetadas de nuevo. ?No es eso lo que deseabas?