Destinos Truncados - Стругацкие Аркадий и Борис. Страница 22
Me quite el abrigo lentamente mientras conversaba con el tio Kolia sobre el tiempo reinante, agarre un ejemplar del periodico del club y deje una moneda en su lugar, me arregle el cabello y los bigotes, saludando las imagenes de gente conocida que aparecia en lo profundo del espejo, y a continuacion, mientras seguia saludando, me fue invadiendo una calida sensacion de comodidad que me apartaba de todo lo incomodo y peligroso. Entre en el restaurante caminando alegremente.
De ahi en adelante, todo fue segun el programa. Lo unico que fallo fueron las setas marinadas. Cuando terminaba de tomar la solianka,los amigos de siempre comenzaron a acudir a mi mesa. El primero fue Garik Aganian, que una hora despues comenzaba un seminario. Por esa razon no bebio y pidio una tonteria. No tuvimos tiempo ni de intercambiar dos palabras cuando Zhora Naumov se acerco, cojeando. Llevaba en una mano un botellin medio lleno, y en la otra un cuenco con restos de ensalada capitalina. Resulta que esa misma manana habia decidido pasar por Moscu, mientras viajaba de Krasnodar a Tallinn. La cosecha en el sur tenia buen aspecto, y lo demas, como siempre, quedaba en manos de Dios. Y en ese momento aparecio en el horizonte Valia Demchenko, que llevaba bajo el brazo un baston nuevo, cuya empunadura tenia la forma de la garra de un leon.
Discutimos sobre aquel baston, hablamos de la cosecha de otono y de la plaga de filoxera del ano anterior; Garik nos explico, dibujando con el tenedor en el mantel, como habia que entender el articulo publicado en la prensa central, titulado «Un hueco en el universo», y despues conte mis desgracias de ese dia con Kostia Kudinov.
Mi relato dio lugar a una reaccion apatica, inesperada para mi.
—Nada, saldra a flote, la mierda no se hunde —mascullo Garik, despectivo.
Valia cito un chiste sobre Kostia que el mismo se habia inventado.
—Ayer, el ayudante del presidente de la Comision Extranjera, camarada Kudinov, recibio en el Salon Blanco a un grupo de escritores de Paraguay, a quienes tomo por escritores de Uruguay...
Y Zhora Naumov, que examinaba el mundo a traves de su copa de vodka, narro la intervencion de Kostia Kudinov, estudiante del Instituto Literario, en aquella epoca un tipo rubicundo, audaz y sobrio, ante la asamblea general de su curso en el memorable ano de 1949. Cuando Zhora termino, todos quedaron en silencio.
—Y tu, ?que dijiste entonces? —pregunto Valia con interes.
—Yo, ?que? —replico Zhora, agresivo—. Tenia ganas de romperle la cara, pero en aquella epoca el era levantador de pesas, un fortachon, ?entiendes?, y yo tenia heridas de bala en ambas piernas y andaba sacudiendome con dos muletas, como las verguenzas de un anciano...
—Pero mas tarde, cuando ya no llevabas muletas —intervino Garik—, en el bendito ano cincuenta y nueve... ?no se disculpo ante ti?
—?Por supuesto! Hasta me dedico unos versos. En la Gaceta Literaria.Al estilo de Pushkin, hablando de la amistad estudiantil...
—?Algo asi como que seas tu propio tartaro [5]? —pregunto Valia con sarcasmo.
Nos echamos a reir pero sin mucha alegria, despues nos pusimos a hablar de poesia y, sin darnos cuenta, la conversacion derivo a la calle Bannaia.
Resulto que, menos yo, todos habian visitado la Bannaia.
Garik, disciplinado, habia ido alli en octubre. Nada de interes. Un ordenador bastante miserable, quiza un ES 10-20, o hasta un Minsk, mas sencillo. Un holgazan de bata negra te quitaba el manuscrito y lo metia por una ranura, hoja a hoja. En una pantalla aparecian unos numeros, y despues podias irte tranquilo a casa.
Zhora, que habia pasado por alli despues de Ano Nuevo, dijo que no encontro ningun ordenador, sino unos armarios grises; el holgazan llevaba entonces una bata blanca y olia a patatas asadas. En general, un embuste, un engano a los trabajadores.
—Si quieren saber mi opinion —dijo Zhora Naumov, conocido tambien como Girsh Naumovich—, todo es muy sencillo: algun judio de la Academia ha enganado a nuestro Teodor Mijeich, y escribe ahora su tesis de doctorado a costa de nuestro sudor de currantes.
En respuesta a aquel bulo antisemita, Valia Demchenko objeto que aquello era una insignificancia, que la verdadera desgracia (y esto lo dijo con aire misterioso) consistia en el hecho de que llevaban varios anos desarrollando un redactor cibernetico. Un regalo de los cientificos para los escritores. Para ayudarlos. El robot redactor ya habia sido creado, y lo estaban entrenando con nuestros manuscritos. Y cuando aquella maquina comenzara a funcionar seria el fin de todos nosotros, porque no solo corregiria los errores gramaticales y el estilo, sino que detectaria a dos metros de distancia el contenido entre lineas. Colegas, ellos sabrian de inmediato quien es quien y por que.
Mire con respeto a Valia al percibir en su inspirada charlataneria el aroma de cierta noble locura que no me era ajena. Garik se reia abiertamente, y Zhora, un hombre mas llano, pregunto molesto de donde sacaba Valia todo aquello.
—?A los ojos! —pronuncio Valia con emocion—. A la gente hay que mirarla a los ojos. ?No importa de que color sea su bata, blanca o negra! ?Lo comprendi todo cuando lo mire a los ojos! —Garik le sirvio cerveza y Valia continuo su relato. El robot redactor era solo el primer paso hacia una nueva era. Se trataba de una maquina voluminosa, estatica, cara—. Pero, amigos —siguio diciendo Valia—, si quereis saberlo, estamos a punto de recibir maquinas de escribir especiales, electronicas, por el momento solo para nosotros, los prosistas. En estas maquinas han instalado limitadores electronicos que censuran. ?Os lo imaginais? Tecleas con dos dedos «culo» y en el papel aparece «mulo», «bulo», «trasero», o en el peor de los casos, «c» con tres puntitos.
Y en ese momento aparecio entre nosotros Petia Skorobogatov, conocido como Trepa Nacional. No estaba, y de repente se materializo entre Garik y Valia, y comenzo a servirse vodka de mi botellin. Sus ojos, como siempre, estaban inflamados y se le cruzaban, y como siempre estaba cubierto de manchas rojas y escamas de piel muerta.
Como siempre, rebosaba de novedades y rumores, que al inicio parecian importantes y autenticos, pero cuando salian a la atmosfera se echaban enseguida a perder y se convertian en mentiras y jactancias. Era imposible conversar y solo nos dedicamos a escuchar.
Para comenzar, nos conto que sobre la calle Bannaia habia algunos rumores que venian directamente de «alli». (El grueso dedo indice apuntaba hacia el techo.) Valia tenia razon: ahora todo lo harian las maquinas, pues la corrupcion alcanza a todo el mundo y no se puede confiar en nadie. Ya habian puesto en marcha una maquina de recursos humanos, que habia dado la orden de cesar a todos los directores de editoriales y a todos los redactores jefe en Moscu. Por esa razon el, Petia Skorobogatov no se apresuraba a firmar dos contratos que le habian enviado recientemente. ?Por que? Porque no tenia sentido. De todos modos, designarian directores nuevos y redactores jefe nuevos, y los contratos serian revisados...