Destinos Truncados - Стругацкие Аркадий и Борис. Страница 76

—Pavel Zurzmansor. Es probable que haya leido algo mio, y hace poco intervino a mi favor en un restaurante, por cierto, de forma energica. Ademas, coincidimos en otro lugar, tambien en una situacion desagradable... Sentemonos.

Viktor tomo asiento. «Esta bien —penso—. Resulta que son asi cuando les quitan la venda. ?Quien lo hubiera pensado? Perdon, ?y donde estan sus "gafas"? Zurzmansor, que por alguna razon es tambien el marido de Diana, y el bailarin de nariz ganchuda que hacia el papel de un bailarin que tambien hacia el papel de otro bailarin y que en realidad era un mohoso, o a la vez cuatro mohosos, o quiza hasta cinco, a partir de aquel del restaurante, no tenia "gafas", era como si se le hubieran difuminado por todo el rostro, dandole un tono amarillento, latinoamericano.» Y Diana, con una extrana sonrisa maternal, lo miraba a el y al marido por turno. Eso no le agradaba, Viktor comenzo a sentir algo semejante a los celos, algo que nunca habia sentido cuando trataba con los maridos. La camarera trajo la sopa.

—Irma le manda saludos —dijo Zurzmansor, mientras partia el pan—. Le ruega que no se preocupe.

—Gracias —replico Viktor maquinalmente, tomo la cuchara y comenzo a comer, sin percibir el sabor.

Zurzmansor comia tambien, mirando a Viktor de reojo, sin sonreir, pero con una expresion humoristica. No se habia quitado los guantes, pero por la manera con que manejaba la cuchara, por el gesto elegante con que partia el pan o utilizaba la servilleta, se dejaba notar una buena educacion.

—Entonces, es usted ese Zurzmansor —pronuncio Viktor—, el filosofo...

—Me temo que no —replico Zurzmansor, limpiandose los labios con la servilleta—. Temo que ahora no tengo casi nada que ver con aquel famoso filosofo.

Viktor no hallo que responder y decidio interrumpir la conversacion. «De todas formas, no fue a mi a quien se le ocurrio este encuentro, el queria verme, que comience el entonces...» Sirvieron el plato fuerte. Viktor, atento a sus modales, comenzo a cortar la carne. En las mesas largas, los Hermanos de Raciocinio comian al unisono, con sencillez, haciendo tintinear tenedores y cuchillos.

«Aqui estoy haciendo el papel del mas tonto de los tontos —penso Viktor—. De un hermano de raciocinio. Seguramente ella todavia lo ama. El enfermo, tuvieron que separarse, ella no queria, de otro modo no estaria metida en este agujero, vaciando los orinales de Roscheper... Y se ven con frecuencia, el entra al sanatorio, se quita la venda y baila con ella. Recordo como habian bailado, una pareja bien acoplada... Da igual. Ella lo ama. Y a mi, ?que me importa? Claro que me importa. Me importa que el este alli. ?Y que mas hay alli? Me han despojado de mi hija, pero los celos que siento por mi hija no son celos de padre. Me han quitado a Diana, pero los celos que siento por Diana no son de hombre... ?Oh, demonios, que palabrejas! Me han despojado de mi hija, me han quitado a Diana... Una hija que me ha visto por primera vez en sus doce anos de vida... ?o ya tiene trece? Una mujer que conozco hace muy pocos dias... Mas tened en cuenta que estoy celoso, pero no como padre ni como hombre. Si, seria mucho mas sencillo si el ahora dijera: "Caballero, estoy informado de todo, ha manchado mi honor, ?no considera que merezco una satisfaccion?".»

—?Como va el trabajo sobre ese articulo? —pregunto Zurzmansor.

—De ninguna manera —respondio Viktor.

—Me encantaria leerlo.

—?Sabe usted que tipo de articulo es?

—Si, me lo imagino. Pero usted no va a escribir semejante cosa.

—?Y si me obligan? El general Pferd no va a defenderme.

—Mire usted —dijo Zurzmansor—, dificilmente podra escribir el articulo que desea el senor burgomaestre. Ni siquiera si se esfuerza. Hay personas que, con independencia de sus deseos, transforman automaticamente a su manera cualquier mision que se les confia. Usted pertenece a ese grupo de personas.

—?Eso es bueno o malo?

—Desde nuestro punto de vista, bueno. Se sabe muy poco sobre la personalidad del ser humano, salvo sobre aquel componente que constituye el conjunto de reflejos. Es verdad que el ser social no contiene en si casi nada mas. Por eso son particularmente valiosas las denominadas personalidades creativas, que transforman la informacion en realidades individuales. Comparando un fenomeno conocido y bien estudiado con el reflejo de este hecho en la creacion de esa personalidad, podemos aprender muchas cosas sobre las estructuras psiquicas que han transformado la informacion.

—?No cree usted que todo eso suena un poco ofensivo?

—Ah, entiendo. —Zurzmansor lo miro, torciendo extranamente el rostro—. Un creador y no un conejillo de Indias... Pero solamente le he expuesto una circunstancia que le otorga valor a nuestros ojos. Las demas circunstancias son ampliamente conocidas: la informacion veraz sobre la realidad objetiva, la maquina emocional, los medios para excitar la imaginacion, la satisfaccion de la necesidad de sufrimiento conjunto... En realidad, lo que deseaba era elogiarlo.

—En ese caso, me siento elogiado —dijo Viktor—. Pero toda esta conversacion no tiene la menor relacion con la creacion de libelos. Se toma el ultimo discurso del senor Presidente y se copia entero, se cambian las palabras «enemigos de la libertad» por «los denominados leprosos», o «los pacientes del doctor sanguinario» o «los vampiros de la leproseria»... por lo que mi estructura psiquica no va a tomar parte en eso.

—Es lo que usted cree —objeto Zurzmansor—. Leera ese discurso y, ante todo, descubrira que es feo. Estilisticamente feo, quiero decir. Comenzara a enmendar el estilo, se pondra a buscar expresiones mas precisas, la fantasia comenzara a funcionar, los lugares comunes lo enfermaran, querra convertir las palabras en cosas vivas, sustituir los tacos administrativos por hechos de la mas sangrante actualidad y usted mismo no se dara cuenta de como comenzara a escribir la verdad.

—Es posible. En todo caso, ahora no quiero escribir ese articulo.

—?Y quiere escribir alguna otra cosa?

—Si —dijo Viktor, mirando a los ojos de Zurzmansor—, me encantaria escribir como los ninos se largaron de la ciudad. Sobre el nuevo flautista de Hamelin.

—Una idea excelente. —Zurzmansor asintio, satisfecho—. Escribalo.

«Escribalo —penso Viktor con amargura—. Imbecil, ?y quien lo publicaria?»

—Diana, ?aqui se puede beber algo? —pregunto Zurzmansor.

Ella se levanto en silencio y salio.

—Y con mucho gusto escribiria tambien sobre la ciudad condenada. Y sobre toda esa agitacion incomprensible en torno a la leproseria. Y sobre los magos malvados.

—?No tiene dinero? —pregunto Zurzmansor.

—Aun me queda.

—Tenga en cuenta que, al parecer, usted obtendra el premio literario de la leproseria, correspondiente al ano pasado. Es finalista, junto con Tusov, pero es obvio que Tusov tiene menos posibilidades. Asi que tendra dinero.