Que dificil es ser Dios - Стругацкие Аркадий и Борис. Страница 17

Era la primera vez que Rumata andaba de dia por aquellos lugares, y se sorprendio de que nadie reparara excesivamente en el: los pocos transeuntes con quienes se cruzaba dirigian su turbia mirada a alguna otra parte, y a veces hasta parecia que miraban a traves de el, aunque se apartaban para dejarle paso. Pero cuando, al torcer una esquina, se giro casualmente, pudo ver que hasta una docena y media de cabezas de diversos tamanos, femeninas y masculinas, grenudas y calvas, se asomaban a puertas, ventanas y gateras para seguirle con la mirada. Entonces sintio la opresiva atmosfera que reinaba en aquellos envilecidos lugares, una atmosfera no de hostilidad o peligro, sino mas bien de interes perverso y egoista.

Empujo una puerta con el hombro y entro en uno de aquellos figones, donde en la semioscura sala dormitaba tras el mostrador un viejo narigudo con cara de momia. Las mesas estaban vacias. Rumata se acerco silenciosamente al mostrador, y ya se disponia a darle un papirotazo en la nariz al viejo cuando se dio cuenta de que este no estaba dormido, sino que espiaba sus movimientos a traves de sus desnudos y semicerrados parpados. Rumata arrojo sobre la mesa una moneda de plata, y los ojos del viejo se abrieron instantaneamente de una forma desmesurada.

— ?Que desea el noble Don? — pregunto diligentemente -. ?Hierba? ?Rape? ?Una nina?

— No disimules — dijo Rumata -. Sabes bien a lo que vengo.

— ?Oh, pero si es Don Rumata! — grito el viejo, como si se hubiera llevado una gran sorpresa -. ?Ya decia yo que os conocia!

Dicho esto, volvio a cerrar los parpados. El gesto era inequivoco. Rumata paso por detras del mostrador y entro a traves de una estrecha puerta a una habitacion contigua. Alli habia poco sitio libre, estaba oscuro, y olia fuertemente a algo avinagrado. Tras un pupitre colocado en medio de la estancia, se hallaba encorvado sobre unos papeles un hombre de edad madura, tocado con un gorro negro. Sobre el pupitre ardia un candil, y en la penumbra solo se podian distinguir los rostros de las personas que estaban sentadas junto a la pared. Rumata busco a tientas un taburete, sujeto su espada y se sento tambien. Alli habia que atenerse a ciertas reglas de etiqueta. El recien llegado no desperto la atencion de nadie: si ha venido es porque estaba invitado a ello, o en caso contrario hubiera bastado una sena y ya no hubiera estado alli, y su cuerpo no habria sido encontrado facilmente.

El viejo del pupitre rasgueaba el papel con su pluma, y los presentes permanecian inmoviles. De vez en cuando, alguien suspiraba profundamente. Por las paredes corrian sigilosamente invisibles lagartijas.

Los que estaban inmoviles junto a la pared eran jefes de banda. Rumata conocia a algunos de ellos desde hacia tiempo. Eran gente obtusa y bestial, que valian poco por si mismos. Su psicologia no era mas compleja que la de un tendero cualquiera. Eran ignorantes y crueles, pero sabian manejar los cuchillos y las porras cortas. En cuanto al viejo del pupitre…

Le llamaban Vaga Koleso, y era realmente omnipotente, el cabecilla indiscutido del hampa de todos los territorios situados mas alla del estrecho, desde el pantano de Pitan, en el oeste de Irukan, hasta las fronteras maritimas de la Republica Mercantil de; Sean. Sobre el pesaba la maldicion de las tres iglesias oficiales del Imperio, por su desmedida soberbia, ya que decia ser el hermano menor del Monarca. Contaba con un ejercito nocturno de cerca de diez mil hombres, un tesoro de varios centenares de miles de piezas de oro, y espias hasta en lo mas inescrutable del aparato del Estado. Durante los ultimos veinte anos se habia dicho cuatro veces que lo habian ejecutado, siempre ante un gran gentio. Segun versiones oficiales, en la actualidad languidecia simultaneamente, cargado de cadenas, en las tres prisiones mas tenebrosas del Imperio, y Don Reba habia publicado ya varias proclamas «referentes a la escandalosa propaganda que hacen los reos del Estado y otros malhechores acerca de la leyenda sobre Vaga Koleso, cuya existencia es falsa y, por lo tanto, legendaria». No obstante, circulaban insistentes rumores de que el propio Don Reba habia llamado a algunos de los barones que poseian nutridas milicias y les habia ofrecido una recompensa de quinientas piezas de oro por la cabeza de Vaga muerto, o de siete mil si conseguian traerselo vivo. Al mismo Rumata le costo mucho tiempo y dinero el poder entrar en contacto con aquel tipo, que le era extraordinariamente repugnante, pero que sin embargo en algunas ocasiones podia ser utilisimo e incluso indispensable. Ademas, a Rumata, como cientifico, le interesaba enormemente Vaga, uno de los ejemplares mas curiosos de su coleccion de monstruos medievales, un personaje que, por lo visto, carecia por completo de precedentes.

Vaga dejo por fin la pluma, se enderezo y dijo con voz rechinante:

— Bien, mis queridos ninos. Tenemos dos mil quinientas piezas de oro de ingresos en tres dias, y solamente mil novecientas noventa y seis de gastos. Esto da un resultado de quinientos cuatro redondelitos de oro de ganancia en tres dias. No esta mal, queridos ninos, no esta mal.

Nadie se movio. Vaga abandono el pupitre y fue a sentarse en un rincon, frotandose intensamente las manos.

— Os puedo dar una buena noticia, mis ninos — dijo -. Se aproximan tiempos mejores, tiempos de abundancia. Pero hay que trabajar. ?Oh, como hay que trabajar! Mi hermano mayor, el Rey de Arkanar, ha decidido exterminar a todos los hombres de ciencia que hay en nuestro reino. Esto es cosa suya. ?Quienes somos nosotros para inmiscuirnos en sus altas decisiones? Sin embargo, se puede y se debe sacar beneficio de esta decision. Como fieles subditos que somos, debemos servir al rey, pero como subditos nocturnos no podemos renunciar a la migaja que nos corresponde. El ni siquiera la echara de menos, y no se enfadara con nosotros. ?Que ocurre?

Nadie se movio.

— Me parecio que Piga habia suspirado. ?Es asi, Piga?

En la oscuridad se noto cierta agitacion, y se oyeron toses.

— No suspire, Vaga — dijo una voz ronca -. No faltaria mas.

— Esta bien, Piga. Ahora todos debeis escucharme atentamente, porque despues os marchareis de aqui, el trabajo sera dificil, y nadie os podra aconsejar. Mi hermano mayor, es decir, Su Majestad, por boca de su ministro Don Reba, ha prometido no poco dinero por las cabezas de algunos hombres cultos que se han fugado u ocultado. Nuestro deber es conseguir estas cabezas y darle al viejo esa alegria. Por otra parte, ciertos intelectuales quieren ocultarse de las iras de mi hermano, y para conseguirlo estan dispuestos a no escatimar recursos. Por misericordia, y para aliviar el alma de mi hermano del peso de crimenes innecesarios, ayudaremos tambien a esas gentes. Esto no sera obstaculo para que, si el dia de manana su majestad necesita estas cabezas, pueda tambien recibirlas. Se las daremos baratas, muy baratas.

Vaga callo e inclino la cabeza. Por sus mejillas comenzaron a deslizarse lagrimas… las lentas lagrimas de la senilidad.

— Me estoy haciendo viejo, mis ninos — dijo sollozando -. Las manos me tiemblan, las piernas se me doblan, y la memoria empieza a traicionarme. Incluso habia olvidado que hoy, entre nosotros, en este misero y angosto cuchitril, esta perdiendo la paciencia un noble Don al que no le interesan nuestras pequenas cuentas. Si, tendre que dejaros. Ya es hora de que descanse. Pero antes, mis queridos ninos, pidamosle disculpas a este noble Don.