Las aventuras de Huckleberry Finn - Твен Марк. Страница 4

A padre hacia mas de un ano que nadie lo veia, y yo tan contento; no queria volver a verlo. Siempre me atizaba cuando estaba sereno y podia echarme mano, aunque cuando el andaba cerca yo solia largarme al bosque. Bueno, hacia entonces lo encontraron en el rio ahogado, unas doce millas arriba del pueblo, decia la gente. Por lo menos, creian que era el; decian que aquel ahogado media igual que el y estaba vestido de harapos y llevaba el pelo muy largo, todo igual que padre, pero por la cara no sabian nada, porque llevaba tanto tiempo en el agua que ya no parecia en absoluto una cara. Dijeron que flotaba de espaldas en el agua. Lo sacaron y lo enterraron en la ribera. Pero yo no me quede tranquilo mucho tiempo, porque se me ocurrio una cosa. Sabia muy bien que un ahogado no flota de espaldas, sino de cara. Asi que entonces comprendi que no era padre, sino una mujer vestida de hombre. Y volvi a ponerme nervioso. Pense que el viejo apareceria algun dia, aunque por mi ojala que no.

Jugamos a los bandidos durante un mes, de vez en cuando, y despues yo me sali. Todos los chicos hicieron lo mismo. No habiamos robado a nadie, no habiamos matado a nadie, no habiamos hecho mas que fingir. Saliamos de un salto del bosque y cargabamos contra los porqueros y las mujeres que llevaban las cosas de sus huertos al mercado en carros, pero nunca les haciamos nada. Tom Sawyer llamaba a los cerdos «lingotes» y a los nabos y eso «joyas», y nos ibamos a la cueva y hablabamos de lo que habiamos hecho y de cuanta gente habiamos matado y marcado con nuestra senal. Pero yo no le veia ninguna ventaja. Una vez Tom mando a un chico que fuera corriendo por el pueblo con un palo encendido que el decia que era una «consigna» (senal de que la banda tenia que reunirse) y despues dijo que sus espias le habian mandado noticias secretas de que al dia siguiente un monton de comerciantes espanoles y arabes ricos iba a acampar en la Boca de la Cueva con doscientos elefantes y seiscientos camellos y mas de mil mulas de carga, todas transportando diamantes, y que solo llevaban una guardia de cuatrocientos soldados, asi que teniamos que ponerles una emboscada y matarlos a todos. Dijo que debiamos preparar las espadas y las escopetas y estar listos. Nunca podia llevarse ni siquiera una carreta de nabos, pero se empenaba en que las espadas y las escopetas estuvieran todas limpias, aunque, como no eran mas que listones de madera y palos de escoba, podia uno limpiarlas hasta morirse del aburrimiento y no valian ni un centavo mas que antes. Yo no creia que pudieramos vencer a tantos espanoles y arabes, pero queria ver los camellos y los elefantes, de forma que al dia siguiente, que era sabado, me presente a la emboscada, y cuando nos dio la orden salimos corriendo del bosque y bajamos el cerro. Pero no habia espanoles ni arabes ni camellos ni elefantes. No habia mas que una gira de la escuela dominical, y encima de los de primer curso. Los dispersamos y perseguimos a los ninos por el cerro, pero no sacamos mas que mermelada y unas rosquillas, aunque Ben Rogers se llevo una muneca de trapo y Joe Harper un libro de himnos y un folleto de propaganda, y entonces llego corriendo el maestro y nos hizo dejarlo todo y salir corriendo. No vi ningun diamante, y se lo dije a Tom Sawyer. Me contesto que de todos modos los habia a montones y que tambien habia arabes y elefantes y cosas. Entonces le dije que por que no podiamos verlos. Me dijo que si no fuera tan ignorante y hubiera leido un libro que se llamaba Don Quijote, lo sabria sin preguntar. Dijo que todo lo hacian por arte de magia. Dijo que alli habia cientos de soldados y elefantes y tesoros y todo eso, pero que teniamos enemigos que el llamaba magos y que lo habian convertido todo en una escuela dominical para ninos, solo por despecho. Entonces yo dije que bueno, que lo que teniamos que hacer era atacar a los magos. Tow Sawyer me llamo palurdo.

—Hombre —dijo—, un mago puede llamar a un monton de genios, que te podrian hacer picadillo en medio minuto. Son igual de altos que arboles y cuadrados como armarios de tres cuerpos.

—Bueno —digo yo—, zy que pasa si conseguimos que algunos de esos genios nos ayuden a nosotros? ?No podriamos vencer entonces a los otros?

—?Como vas a conseguirlo?

—No se. ?Como lo consiguen ellos?

—Pues frotan una lampara vieja de estano o un anillo de hierro, y entonces llegan los genios, acompanados de truenos y rayos y de todo el humo del mundo y van y hacen todo lo que se les dice que hagan. Les resulta facilisimo arrancar de cuajo una torre y darle en la cabeza con ella a un superintendente de escuela dominical, o a cualquiera.

—?Quien les obliga a hacer todo eso?

—Hombre, el que frota la lampara o el anillo. Pertenecen al que frota la lampara o el anillo y tienen que hacer lo que les diga. Si les dice que construyan con diamantes un palacio de cuarenta millas de largo y lo llenen de chicle, o de lo que tu quieras, y que traigan a la hija de un emperador de la China para casarte con ella, tienen que hacerlo, y ademas antes de que amanezca el dia siguiente. Y encima tienen que transportar ese palacio por todo el pais siempre que se lo diga uno, ?comprendes?

—Bueno —dije yo—, creo que son idiotas por no quedarse con el palacio, en lugar de hacer todas esas bobadas. Y ademas, lo que es yo, si fuera uno de ellos me iria al quinto pino antes de dejar lo que tuviera entre manos para hacer lo que me dijese un tipo que estaba frotando una lampara vieja de estano.

—Que cosas dices, Huck Finn. Pero si es que tendrias que ir cuando la frotase, quisieras o no.

—?Como! ?Si yo fuera igual de alto que un arbol y cuadrado como un armario de tres cuerpos? Bueno, vale; iria, pero te apuesto a que ese hombre tendria que subirse al arbol mas alto que hubiera en todo el pais.

—Caray, es que no se puede hablar contigo, Huck Finn. Es como si no supieras nada de nada, como un perfecto idiota.

Me quede pensando en todo aquello dos o tres dias y despues decidi probar, a ver si era verdad o no. Me lleve una lampara vieja de estano y un anillo de hierro al bosque y me puse a frotar hasta sudar como un indio, calculando que me construiria un palacio para venderlo; pero nada, no vino ningun genio. Entonces pense que todo aquello no era mas que una de las mentiras de Tow Sawyer. Supuse que el se creia lo de los arabes y los elefantes, pero yo no pienso igual que el. Aquello parecia cosa de la escuela dominical.

Capitulo 4

Bueno, pasaron tres o cuatro meses y ya estaba bien entrado el invierno. Habia ido a la escuela casi todo el tiempo, me sabia las letras y leer y escribir un poco y me sabia la tabla de multiplicar hasta seis por siete treinta y cinco, y pensaba que nunca llegaria mas alla aunque viviera eternamente. De todas formas, las matematicas no me gustan mucho.

Al principio me fastidiaba la escuela, pero poco a poco aprendi a aguantarla. Cuando me cansaba demasiado hacia novillos, y la paliza que me daban al dia siguiente me sentaba bien y me animaba. Asi que cuanto mas tiempo iba a la escuela, mas facil me resultaba. Tambien me estaba empezando a acostumbrar a las cosas de la viuda, que ya no me molestaban tanto. El vivir en una casa y dormir en una cama me resultataba casi siempre molesto, pero antes de que empezara a hacer frio solia escaparme a dormir en el bosque, de forma que me valia de descanso. Me gustaban mas las cosas de antes, pero tambien me estaban empezando a gustar las nuevas un poco. La viuda decia que yo progresaba lento pero seguro y que lo hacia muy bien. Dijo que no se sentia avergonzada de mi.