Historia De Una Gaviota Y El Gato Que La Enseno A Volar - Sepulveda Luis. Страница 4

6 Un lugar curioso

Sabelotodo vivia en cierto lugar bastante dificil de describir, porque a primera vista podia ser una desordenada tienda de objetos extranos, un museo de extravagancias, un deposito de maquinas inservibles, la biblioteca mas caotica del mundo o el laboratorio de algun sabio inventor de artefactos imposibles de nombrar. Pero no era nada de eso o, mejor dicho, era mucho mas que todo eso.

El lugar se llamaba:

HARRY – BAZAR DEL PUERTO

Su dueno, Harry, era un viejo lobo de mar que durante cincuenta anos de navegacion por los siete mares se dedico a coleccionar toda clase de objetos en los cientos de puertos que habia conocido.

Cuando la vejez se instalo en sus huesos, Harry decidio cambiar la vida de navegante por la de marinero en tierra, y abrio el bazar con todos los objetos reunidos. Alquilo una casa de tres plantas en una calle del puerto, pero enseguida se le quedo pequena para exponer sus insolitas colecciones. Alquilo entonces la casa de al lado, de dos plantas, y tampoco fue suficiente. Finalmente, tras alquilar una tercera casa, consiguio colocar todos sus objetos, dispuestos eso si segun un particularisimo sentido del orden.

En las tres casas, unidas por pasadizos y estrechas escaleras, habia cerca de un millon de objetos, entre los que cabe destacar: 7200 sombreros de alas flexibles para que no se los llevara el viento;160 ruedas de timon de barcos mareados a fuerzas de dar vueltas al mundo; 245 fanales de embarcaciones que desafiaron las mas espesas nieblas; 12 telegrafos de mandos aporreados por las manos de iracundos capitanes; 256 brujulas que jamas perdieron el norte; 6 elefantes de madera de tamano natural; 2 jirafas disecadas en actitud de contemplar la sabana;1 oso polar disecado en cuyo vientre yacia la mano derecha, tambien disecada, de un explorador noruego; 700 ventiladores cuyas aspas al girar recordaban las frescas brisas de los atardeceres en el Tropico; 1200 hamacas de yute que garantizaban los mejores suenos; 1300 marionetas de Sumatra que solo habian interpretado historias de amor; 123 proyectores de diapositivas que mostraban paisajes en los que siempre se podia ser feliz; 54.000 novelas en cuarenta y siete idiomas; 2 reproducciones de la Torre Eiffel, construida la primera con medio millon de alfileres de sastre, y con trescientos mil mondadientes la segunda; 3 canones de barcos corsarios ingleses;17 anclas encontradas en el fondo del mar del Norte; 2000 cuadros de puestas de sol; 17 maquinas de escribir que habian pertenecido a famosos escritores; 128 calzoncillos largos de franela para hombres de mas de dos metros de estatura; 7 fracs para enanos; 500 pipas de espuma de mar;1 astrolabio obstinado en senalar la Cruz del Sur; 7 caracolas gigantes de las que provenian lejanas resonancias de miticos naufragios; 12 kilometros de seda roja; 2 escotillas de submarinos; y muchas otras cosas que seria largo nombrar.

Para visitar el bazar habia que pagar una entrada y, una vez dentro, se precisaba de un gran sentido de la orientacion para no perderse en su laberinto de cuartos sin ventanas, largos pasillos y escaleras angostas.

Harry tenia dos mascotas: Matias, un chimpance que ejercia de boletero y vigilante de seguridad, jugaba a las damas con el viejo marino -por cierto muy mal-, bebia cerveza y siempre intentaba dar cambio de menos. La otra mascota era Sabelotodo, un gato gris, pequeno y flaco, que dedicaba la mayor parte del tiempo al estudio de los miles de libros que alli habia.

Colonello, Secretario y Zorbas entraron en el bazar con los rabos muy levantados. Lamentaron no ver a Harry detras de la boleteria, porque el viejo siempre tenia palabras carinosas y alguna salchicha para ellos.

– ?Un momento, sacos de pulgas! Olvidan pagar la entrada -chillo Matias.

– ?Desde cuando pagan los gatos? -protesto Secretario.

– El aviso de la puerta pone: "Entrada: dos marcos". En ninguna parte esta escrito que los gatos entren gratis. Ocho marcos o se largan -chillo energico el chimpance.

– Senor mono, me temo que las matematicas no son su fuerte -maullo Secretario.

– Es exactamente lo que iba yo a decir. Una vez mas me quita usted los maullidos de la boca -se quejo Colonello.

– ?Bla, bla, bla! O pagan o se largan -amenazo Matias.

Zorbas salto al otro lado de la boleteria y miro fijamente a los ojos del chimpance. Sostuvo la mirada hasta que Matias parpadeo y empezo a lagrimear.

– Bueno, en realidad son seis marcos. Un error lo comete cualquiera -chillo timidamente.

Zorbas, sin dejar de mirarlo a los ojos, saco una garra de su pata delantera derecha.

– ?Te gusta, Matias? Pues tengo nueve mas. ?Te las imaginas clavadas en ese culo rojo que siempre llevas al aire? -maullo tranquilamente.

– Por esta vez hare la vista gorda. Pueden pasar -acepto simulando calma el chimpance.

Los tres gatos, con los rabos orgullosamente levantados, desaparecieron en el laberinto de pasillos.

7 Un gato que lo sabe todo

– ?Terrible! ?Terrible! ?Ha ocurrido algo terrible! -maullo Sabelotodo al verlos llegar.

Se paseaba nervioso frente a un enorme libro abierto en el suelo, y a ratos se llevaba las patas delanteras a la cabeza. Se veia verdaderamente desconsolado.

– ?Que ha pasado? -pregunto Secretario.

– Es exactamente lo que iba a preguntar yo. Al parecer eso de quitarme los maullidos de la boca es una obsesion -observo Colonello.

– Vamos. No sera para tanto -sugirio Zorbas.

– ?Que no es para tanto? ?Es terrible! ?Terrible! Esos condenados ratones se han comido una pagina entera del atlas. El mapa de Madagascar ha desaparecido. ?Es terrible! -insistio Sabelotodo tirandose de los bigotes.

– Secretario, recuerdeme que debo organizar una batida contra esos devoradores de Masacar… Masgacar…, en fin, ya usted sabe a que me refiero -maullo Colonello.

– Madagascar -preciso Secretario.

– Siga, siga quitandome los maullidos de la boca. ?Porca miseria! -exclamo Colonello.

– Te echaremos una mano, Sabelotodo, pero ahora estamos aqui porque tenemos un gran problema y, como tu sabes tanto, tal vez puedas ayudarnos -maullo Zorbas, y enseguida le narro la triste historia de la gaviota.

Sabelotodo escucho con atencion. Asentia con movimientos de cabeza y, cuando los nerviosos movimientos de su rabo expresaban con demasiada elocuencia los sentimientos que en el despertaban los maullidos de Zorbas, trataba de meterlo bajo sus patas traseras.

… y asi la deje, muy mal, hace poco rato… -concluyo Zorbas.

– ?Terrible historia! ?Terrible! Veamos, dejenme pensar: gaviota… petroleo… petroleo… gaviota… gaviota enferma… ?Eso es! ?Debemos consultar la enciclopedia! -exclamo jubiloso.

– ??La que?! -maullaron los tres gatos.

– La en-ci-clo-pe-dia. El libro del saber. Debemos buscar en los tomos siete y diecisiete, correspondientes a las letras "G" y "P" -senalo Sabelotodo con decision.

– Veamos pues esa emplicope… empicope… ?ejem! -propuso Colonello.

– En-ci-clo-pe-dia -musito lentamente Secretario.

– Es lo que iba a decir yo. Compruebo una vez mas que no puede resistir la tentacion de quitarme los maullidos de la boca -refunfuno Colonello.

Sabelotodo trepo a un enorme mueble en el que se alineaban gruesos libros de imponente apariencia, y luego de buscar en los lomos las letras "G" y "P", hizo caer los volumenes. Enseguida bajo y, con una garra muy corta y gastada de tanto revisar libros, fue pasando paginas. Los tres gatos guardaban respetuoso silencio mientras lo oian musitar maullidos casi inaudibles.

– Si, creo que vamos por buen camino. Que interesante. Gavia. Gaviero. Gavilan. ?Vaya, que interesante! Escuchen esto, amigos: al parecer el gavilan es un ave terrible, ?terrible! Esta considerado como una de las rapaces mas crueles. ?Terrible! -exclamo entusiasmado Sabelotodo.