Viernes o Los limbos del Pac?fico - Tournier Michel. Страница 12
Capitulo IV
El dia 1.000 de su calendario, Robinson se vistio con su traje de ceremonia y se encerro en su casa. Se coloco ante un pupitre que habia ideado y fabricado para poder escribir de pie, en una actitud de respeto y de atencion. Despues, abriendo el mayor de los libros lavados que habia encontrado en el Virginia , escribio:
CARTA DE LA ISLA DE SPERANZA
COMENZADA EL DIA 1.000 DEL CALENDARIO LOCAL
ARTICULO PRIMERO.- En virtud de la inspiracion del Espiritu Santo percibida y obedecida de acuerdo con las ensenanzas del Venerado Amigo George Fox, el subdito de S. M. Jorge II, Robinson Crusoe, nacido en York el 19 de diciembre de 1737, es nombrado Gobernador de la isla de Speranza, situada en el oceano Pacifico, entre las islas Juan Fernandez y la costa occidental de Chile. En calidad de lo cual tiene todo el poder para legislar y ejecutar sobre el conjunto del territorio insular y sobre sus aguas territoriales en el sentido y segun las vias que le dicte la Luz interior.
ARTICULO II.- Los habitantes de la isla siempre que piensen deben hacerlo en voz alta e inteligible.
Escolio. -Perder la facultad de la palabra por falta de uso es una de las mas humillantes calamidades que me amenazan. Ya he notado, cuando trato de discurrir en alta voz, una cierta torpeza de la lengua, como tras un exceso de vino. Es importante que en lo sucesivo los discursos interiores, que mantenemos todo el tiempo que permanecemos conscientes, lleguen hasta mis labios para modelarlos sin cesar. Por otra parte, es su tendencia natural, y hay que tener una vigilancia particular de la atencion para contenerlo antes de que se exprese, como lo demuestra el ejemplo de los ninos y de los viejos, que hablan solos por falta de control.
ARTICULO III.- Esta prohibido hacer sus necesidades naturales en cualquier parte que no sean los lugares previstos para este uso.
Escolio. -Es verdad que el lugar ocupado por esta disposicion en el articulo III podra sorprender. Pero es que el Gobernador legisla a medida que se hace notar tal necesidad o tal obra, y por el relajamiento que amenaza a los habitantes de la isla, es urgente imponerles una pequena disciplina en una de las parcelas de su vida que mas les aproxima a la irracionalidad.
ARTICULO IV.- El viernes es dia de ayuno.
ARTICULO V.-El domingo es dia de descanso. A las diecinueve horas del sabado debe cesar todo trabajo en la isla, y los habitantes deben vestirse sus mejores galas para ?a cena. El domingo por la manana a las diez, una meditacion religiosa sobre un texto de las Sagradas Escrituras les reunira en el templo.
ARTICULO VI.- Unicamente el Gobernador esta autorizado a fumar. Pero incluso el no debe hacerlo mas que una vez a la semana: el domingo despues de comer en el mes que corre; en el siguiente mes lo hara solo cada dos semanas; luego una sola vez al mes y despues solo podra hacerlo un mes cada dos.
Escolio.-He descubierto desde hace muy poco tiempo el uso y el disfrute de la pipa de porcelana de Van Deyssel. Desgraciadamente la provision de tabaco contenido en el barrilete durara poco. Es necesario, por tanto, prolongarlo tanto como sea posible y no contraer un habito que al no poder ser satisfecho se convierta despues en fuente de sufrimiento.
Robinson se recogio durante un momento. Luego, tras cerrar el Libro de la Carta, abrio otro volumen y escribio en letras mayusculas sobre la cubierta:
CODIGO PENAL DE LA ISLA DE SPERANZA
COMENZADO EL DIA 1.000 DEL CALENDARIO LOCAL
Volvio la pagina, reflexiono durante largo rato y escribio al fin:
ARTICULO PRIMERO.- Las infracciones contra la Carta son sancionables con dos tipos de penas: dias de ayuno, dias de encierro.
Escolio.- Son las dos unicas penas aplicables actualmente; los castigos corporales y la pena de muerte implican un aumento de la poblacion insular. La mazmorra esta situada en la pradera a medio camino entre las estribaciones rocosas y los primeros pantanos. Esta situada de tal forma que el sol irradia sobre ella sus dardos durante las seis horas mas calidas de la jornada.
ARTICULO II.- Toda permanencia en la cienaga esta prohibida. Los infractores seran castigados con dos dias de permanencia en la mazmorra.
Escolio.-De este modo la mazmorra viene a ser la antitesis -y por tanto, en un cierto sentido, como el antidoto- de la cienaga. Este articulo del Cogido penal ilustra sutilmente el principio de acuerdo con el cual un infractor debe ser castigado por donde ha pecado.
ARTICULO III.- Cualquiera que manche la isla con sus excrementos sera castigado con un dia de ayuno.
Escolio.-Nueva ilustracion del principio de sutil correspondencia entre la falta y el castigo.
ARTICULO IV.-…
Robinson se concedio un momento de meditacion antes de determinar los castigos que corresponderian al ultraje publico al pudor dentro del territorio insular o en sus aguas territoriales. Dio algunos pasos hacia la puerta y la abrio como para mostrarse ante sus subditos. La cornisa rizada de la vegetacion del gran bosque tropical se desplegaba hacia el mar que a lo lejos se confundia con el cielo. Como era rojo como un zorro, su madre le habia condenado desde su mas tierna infancia a los vestidos verdes y ella le habia inculcado la desconfianza hacia el azul que no concordaba, decia, ni con la herrumbre de sus cabellos ni con el tinte de sus vestidos. Pero no habia nada que pudiera entonar mas armoniosamente que aquel mar de hojas contra el lienzo oceanico extendido hasta el cielo. El sol, el mar, el bosque, el azur, el mundo entero participaban de una tal inmovilidad que parecia que el curso del tiempo hubiera quedado suspendido sin el tic-tac humedo de la clepsidra. «Si existe una circunstancia privilegiada -penso Robinson-, en la cual el Espiritu Santo debe manifestar su descenso en mi, legislador de Speranza, debe ser un dia como este, en un minuto como este. Una lengua de fuego bailando sobre mi cabeza o una columna de humo ascendiendo derecha hacia el cenit ?no deberia atestiguar que yo soy el templo de Dios?»
Cuando pronunciaba estas palabras en voz alta -conforme al articulo II de la Carta-, vio elevarse tras la cortina del bosque un debil hilo de humo blanco que parecia partir de la Bahia de la Salvacion. Creyendo que su plegaria habia sido escuchada, cayo de rodillas murmurando una jaculatoria. Y en ese momento una duda empano su espiritu. Se levanto y fue a descolgar del muro el mosqueton, un cebador, unas balas y el catalejo. Luego silbo a Tenn y se hundio en la espesura evitando el camino directo que habia trazado desde la orilla a la gruta.
Eran unos cuarenta y formaban un circulo en torno a un fuego del que ascendia un torrente de humo pesado, espeso, lechoso, de una consistencia anormal. Tres largas piraguas de batanga descansaban sobre la arena. Eran embarcaciones de un tipo corriente en todo el Pacifico, de una notable resistencia a pesar de su estrechez y de la pequenez de su calado. En cuanto a los hombres que rodeaban el fuego, Robinson pudo reconocer con el catalejo que se trataba de indios costinos , de la temible tribu de los Araucanos, habitantes de una parte del Chile central y meridional que, tras haber mantenido en jaque a los invasores incas, habian inflingido sangrientas derrotas a los conquistadores espanoles. Pequenos, deformes, aquellos hombres iban vestidos con un tosco mandil de cuero. Su rostro ancho, con los ojos extraordinariamente separados, resultaba todavia mas extrano porque tenian la costumbre de depilarse las cejas y por la abundante cabellera negra, muare, soberbiamente conservada que sacudian con orgullo en cualquier ocasion. Robinson les conocia por sus frecuentes viajes a Temuco, su capital chilena. Sabia que si habia estallado algun nuevo conflicto con los espanoles, ningun hombre blanco mereceria piedad ante sus ojos.
?Habian realizado la enorme travesia desde las costas chilenas a Speranza? El tradicional valor de los pescadores costinos hacia que aquella hazana fuera verosimil, pero era mas probable que una u otra de las islas Juan Fernandez hubiera sido colonizada por ellos -y era una suerte que Robinson no hubiera caido entre sus manos, porque lo mas seguro es que habria sido masacrado o, al menos, reducido a la esclavitud.
Gracias a relatos que habia escuchado en Araucania, adivinaba el sentido de la ceremonia que se desarrollaba en aquel momento en la orilla. Una mujer descarnada y grenuda, que se tambaleaba en el centro del circulo formado por los hombres, se aproximaba al fuego y arrojaba a el un punado de polvo y respiraba con avidez las cargadas volutas blancas que se elevaban inmediatamente. Despues, como agitada por esa inhalacion, se volvia hacia los indios inmoviles y parecia pasarles revista, paso a paso, con bruscas paradas ante uno u otro. A continuacion volvia a la hoguera y la operacion recomenzaba, hasta el punto de que Robinson se preguntaba si la hechicera no iria a desmayarse asfixiada antes de que concluyera el rito. Pero no, el dramatico desenlace se produjo de pronto. La silueta harapienta tendia los brazos hacia uno de los hombres. Su gran boca abierta debia proferir maldiciones que Robinson no podia oir. El indio designado por la vidente como responsable de un mal cualquiera que la comunidad debia sufrir -epidemia o sequia- se arrojo de bruces al suelo sacudido por grandes convulsiones. Uno de los indios marcho hacia el. Su machete hizo volar en primer lugar el taparrabos del desdichado, luego se abatio sobre el con golpes regulares, cortando su cabeza y luego sus brazos y sus piernas. Al final los seis pedazos de la victima fueron conducidos a las brasas, mientras que la hechicera en cuclillas, agazapada sobre la arena, rogaba, dormia, vomitaba u orinaba.
Los indios habian roto el circulo y se desinteresaban del fuego, cuya humareda era ahora negra. Rodearon sus embarcaciones y seis de ellos sacaron unos odres y se dirigieron hacia el bosque. Robinson se batio en retirada precipitadamente sin perder de vista a aquellos hombres que invadian su dominio. Si llegaban a descubrir alguna huella de su estancia en la isla, las dos tripulaciones podrian lanzarse en su busqueda y dificilmente lograria escapar. Pero por suerte, como el primer manantial se hallaba en la linde del bosque, los indios no tuvieron que adentrarse en la isla. Llenaron sus odres, que transportaban entre dos, y se dirigieron hacia las piraguas, donde sus companeros habian ocupado ya sus sitios. La hechicera se hallaba postrada en una especie de trono situado en la parte trasera de una de las embarcaciones.