Viernes o Los limbos del Pac?fico - Tournier Michel. Страница 13
Cuando hubieron desaparecido tras los acantilados occidentales de la bahia, Robinson se aproximo a la hoguera. Se podian distinguir todavia los restos calcinados de la victima expiatoria. De este modo, penso, estos hombres rudos aplican inconscientemente y con crueldad las palabras del Evangelio: Si tu ojo derecho es para ti ocasion de caida, arrancatelo y arrojalo lejos de ti, porque mas te vale que uno solo de tus miembros perezca antes de que tu cuerpo entero sea arrojado a la gehena. Y si tu mano derecha es para ti ocasion de caida, cortatela y arrojala lejos de ti… ?Pero la caridad no estaba acaso de acuerdo con la economia para recomendar mas bien que se cuidara el ojo gangrenado y se purificara el miembro de la comunidad que se habia convertido en escandalo de todos?
Y de este modo, lleno de dudas, el Gobernador de Speranza regreso a su residencia.
ARTICULO VII.- La isla de Speranza es declarada plaza fuerte. Se halla bajo el mando del Gobernador, que toma el grado de general. El toque de queda es obligatorio una hora despues de la puesta del sol .
ARTICULO VIII.- El ceremonial dominical se hace extensivo a los dias laborables.
Escolio.- Cualquier aumento de presion por sucesos brutales debe compensarse con un reforzamiento de la etiqueta. No hacen falta comentarios.
Robinson dejo descansar su pluma de buitre y miro en torno suyo. Por delante de su casa residencial y de los edificios del Pabellon de Pesos y Medidas, del Palacio de Justicia y del Templo, se alzaba ahora un recinto almenado edificado junto a un foso de doce pies de profundidad y diez de ancho que corria de un muro al otro de la gruta formando un amplio semicirculo. Los dos mosquetones y la pistola estaban colocados -cargados-en el borde de las tres almenas centrales. En caso de ataque, Robinson podria hacer creer a los asaltantes que el no era el unico defensor de la plaza. El sable de abordaje y el hacha se encontraban tambien al alcance de la mano, pero era poco probable que se llegara alguna vez a un enfrentamiento cuerpo a cuerpo, porque las cercanias del muro se hallaban sembradas de trampas. Primero habia una serie de embudos colocados al tresbolillo en cuyo fondo habia clavada una estaca con la punta endurecida al fuego, y que estaban recubiertos con haces de hierbas colocadas sobre un debil enrejado de juncos. A continuacion Robinson habia hundido en el suelo, a la salida -donde se formaba un claro- del camino que ascendia de la bahia -alli donde normalmente se reunirian los eventuales asaltantes para consultarse antes de seguir hacia adelante-, un tonel de polvora que podia hacerse estallar a distancia gracias a un cabo de estopa. Por ultimo, la pasarela que servia para franquear el foso era, desde luego, manejable desde el interior.
Todos estos trabajos de fortificacion y el estado de alerta en que le mantenia el miedo ante un regreso de los araucanos producian en Robinson una excitacion tonificadora cuyos beneficios morales y fisicos experimentaba. Una vez mas podia comprobar que, contra los efectos destructores de la ausencia de otra persona, construir, organizar y legislar resultaban esplendidos remedios. Nunca se habia sentido tan alejado del cenagal. Cada atardecer, antes del toque de queda, hacia una ronda acompanado de Tenn que parecia haber comprendido la naturaleza del peligro que les amenazaba. Luego se procedia al «cierre» del fuerte. Unos bloques de piedra habian sido arrastrados hasta unos emplazamientos debidamente calculados para que los eventuales asaltantes se vieran forzados a dirigirse hacia los embudos. El puente levadizo era retirado, se colocaban barricadas en todas las salidas y llegaba el momento del toque de queda. Luego Robinson preparaba la cena, disponia la mesa de la residencia y se retiraba a la gruta. De alli volvia a salir algunos minutos mas tarde lavado, perfumado, peinado, con la barba recortada y vestido con su traje de ceremonia. Por ultimo, a la luz de un candelabro en el que llameaba un haz de ramitas empapadas de resina, cenaba despacio bajo la vigilancia respetuosa y afable de Tenn.
A este periodo de actividad militar intensa sucedio una breve temporada de lluvias diluvianas que le obligaron a penosos trabajos de consolidacion y reparacion de sus edificios. Luego llego de nuevo la cosecha de los cereales. Fue tan abundante que se hizo necesario disponer una gruta secundaria como silo; la gruta arrancaba del interior mismo de la gruta principal, pero era tan estrecha y tenia un acceso tan incomodo que Robinson habia renunciado hasta aquel momento a utilizarla. Esta vez no se nego a la alegria de hacerse pan. Reservo una pequena parte de su cosecha para ese uso y encendio por fin el horno que tenia preparado desde hacia tanto tiempo. Resulto ser una experiencia que de algun modo le trastoco, cuya importancia, desde luego, midio, pero todos sus aspectos no se hicieron evidentes hasta mucho despues. Una vez mas volvia a penetrar en el elemento a la vez material y espiritual de la comunidad humana perdida. Pero si esta primera elaboracion del pan le hacia ascender, por su significacion mistica y universal, hasta las fuentes mismas de lo humano, comportaba tambien y al mismo tiempo, dada su ambiguedad, implicaciones completamente individuales -ocultas, intimas, escondidas entre los secretos vergonzosos de su tierna infancia- y por eso mismo prometian desarrollos imprevistos en su mundo solitario.
Log-book .- Al amasar esta manana por vez primera, he hecho renacer en mi interior imagenes relegadas por el tumulto de la vida, pero que mi aislamiento contribuye a exhumar. Yo deberia tener unos diez anos cuando mi padre me pregunto que oficio deseaba ejercer de mayor. Sin dudarlo, le respondi: panadero. Mi padre me miro con gravedad y movio lentamente la cabeza con un aire de afectuosa aprobacion. No cabia duda de que en su animo, aquel humilde oficio aparecia revestido de una especie de dignidad sagrada por todos los simbolos que se vinculan con el pan, alimento por excelencia del cuerpo, pero tambien del espiritu segun la tradicion cristiana -que el rechazaba desde luego por fidelidad a la ensenanza cuaquera, pero respetando en cualquier caso su venerable caracter.
Para mi se trataba de otra cosa muy distinta, pero me preocupaba poco en aquella epoca explicar la significacion del prestigio que tenia ante mis ojos la panaderia. Cada manana, cuando iba a la escuela, pasaba delante de una especie de ventanuco del cual se desprendia un aroma calido, maternal y como carnal, que me habia chocado la primera vez y que me retenia despues durante mucho tiempo aferrado a los barrotes que lo cerraban. Afuera, la melancolia humeda del nuevo dia, la calle fangosa, y al fondo la escuela hostil y los maestros brutales. En el interior de la caverna dorada que me absorbia, podia ver a un mozo -el torso desnudo y el rostro cubierto de blanca escarcha- amasar con sus manos la masa dorada. Siempre he preferido las materias a las formas. Palpar y olfatear son para mi modos de aprehension mas emocionantes y mas penetrantes que ver y escuchar. Me parece que esta peculiaridad no habla a favor de la calidad de mi espiritu, pero lo confieso con toda humildad. Para mi el color no es mas que una promesa de duracion o de dulzura, la forma no es mas que el anuncio de algo ligero o duro entre mis manos. Yo no concebia, por tanto, nada mas suave ni mas acogedor que aquel gran cuerpo sin cabeza, tibio y lascivo que se abandonaba en el fondo de la artesa a los abrazos de un hombre semidesnudo. Ahora lo se: yo imaginaba extranos esponsales entre aquella moza y aquel mozarron y yo sonaba incluso con una levadura de un genero nuevo que daria al pan un sabor almizclado y algo asi como un aroma de primavera.
De este modo, para Robinson, eran paralelas la organizacion frenetica de la isla con la libre y en un primer momento timida eclosion de tendencias semiinconscientes. Y parecia, en efecto, que todo aquel aparato artificial y exterior -inestable, pero febrilmente perfeccionado sin cesar- no tenia mas razon de ser que la de proteger la formacion de un hombre nuevo que solo seria viable mucho tiempo despues. Pero esto todavia no podia reconocerlo Robinson del todo y se desconsolaba ante las imperfecciones de su sistema. En efecto, la observancia de la Carta constitucional y del Cogido penal, la purgacion mediante los castigos que el mismo se infligia, el respeto a un empleo riguroso del tiempo que apenas le dejaba respiro, el ceremonial que envolvia los actos mas importantes de su vida, todo ese corse de convenciones y prescripciones que se imponia para no caer, no impedia que sintiera con angustia la presencia salvaje e indomita de la naturaleza tropical y, en su interior, el trabajo de erosion de la soledad sobre su alma de hombre civilizado. Tenia como norma prohibirse a si mismo determinados sentimientos, determinadas conclusiones instintivas, pero caia sin cesar en supersticiones o perplejidades que hacian tambalearse el edificio en el que se empenaba en recluirse.
Por eso no podia evitar atribuir una significacion fatidica a los gritos del cheucau. Este pajaro siempre disimulado en la espesura -invisible pero con frecuencia al alcance de la mano- hacia estallar en sus oidos dos gritos, uno de los cuales prometia sin duda alguna la dicha, mientras que el otro resonaba como anuncio desgarrador de una calamidad proxima. Robinson habia llegado a temer, como si fuera la propia muerte, aquel grito de desolacion, pero no podia dejar de aventurarse entre los sombrios y humedos matorrales que estos pajaros eligen con el corazon destrozado de antemano por su negro presagio.
Le sucedia tambien, cada vez con mas frecuencia, que sospechaba que sus sentidos le enganaban y consideraba, por tanto, a tal o cual percepcion como nula porque le planteaba un duda imposible de solventar. O rehacia incansablemente determinada experiencia, que le parecia insolita, sospechosa, contradictoria. Al aproximarse en piragua a la orilla sudoeste de la isla, por ejemplo, se vio sorprendido por el rumor ensordecedor de los pajaros y por un zumbido de insectos que llegaba hasta el transportado en oleadas sucesivas. Habiendo tomado tierra y adentrandose bajo los arboles, se encontro sumergio en un silencio que le lleno de un estupor inquieto. ?Era que el rumor de la fauna no se escuchaba mas que desde el exterior o a cierta distancia del bosque o era tal vez su presencia la que provocaba aquel silencio? Cogio su piragua, se alejo, volvio, atraco, recomenzo, nervioso, agotado, sin poder decidir.