Viernes o Los limbos del Pac?fico - Tournier Michel. Страница 20
Recorriendo la isla en todos los sentidos, termino por descubrir, en efecto, un quillai cuyo tronco -derribado sin duda por el fuego o el viento- estaba tumbado en el suelo y se elevaba un poquito dividiendose en dos grandes ramas maestras. La corteza era lisa y tibia, blanda incluso en el interior de la horquilla cuya axila estaba formada con un liquen fino y sedoso.
Robinson vacilo varios dias a las puertas de lo que el llamaria despues la via vegetal . Volvia una y otra vez y daba vueltas en torno al quillai con aires sospechosos, terminando por encontrar insinuantes a las ramas que se separaba bajo las hierbas como dos enormes muslos negros. Por ultimo se tendio desnudo sobre el arbol abatido, agarrandose al tronco con sus brazos y su sexo se aventuro en la pequena cavidad musgosa que se abria en el punto de union de las dos ramas. Un aturdimiento dichoso le invadio. Sus ojos semicerrados contemplaban mareas de flores de carnes suaves que por sus corolas inclinadas vertian efluvios densos y embriagadores. Entreabriendo sus humedas mucosas, parecian aguardar algun don del cielo, surcado por el vuelo perezoso de los insectos. ?No era acaso Robinson el ultimo individuo del linaje humano llamado a retornar a las fuentes vegetales de la vida? La flor es el sexo de la planta. La planta con ingenuidad ofrece su sexo al recien llegado por ser lo mas brillante y perfumado que posee. Robinson imaginaba una nueva humanidad en la que cada uno llevaria con orgullo sobre su cabeza sus atributos machos o hembras enormes, coloreados, olorosos…
Vivio largos meses de union dichosa con Quillai. Despues vinieron las lluvias. Nada habia cambiado aparentemente. Sin embargo, un dia en que yacia sobre su extrana cruz de amor, sintio un dolor fulgurante que le atraveso el glande y le hizo incorporarse de inmediato. Una gran arana salpicada de manchas rojas corrio por el tronco del arbol y desaparecio en la hierba. El dolor solo se calmo unas horas despues, pero el miembro herido tomaba el aspecto de una mandarina.
Es verdad que Robinson habia sufrido otras muchas desgracias en sus anos de vida solitaria en medio de una fauna y una flora enfebrecidas por el clima tropical. Pero aquel accidente revestia una significacion moral innegable. Bajo la apariencia de una picadura de arana, ?no era en realidad una enfermedad venerea la que le habia atacado, semejante al mal frances contra el cual sus maestros no habian dejado de alertar a su juventud estudiante? Vio en ello el signo de que la via vegetal no era quiza mas que un peligroso callejon sin salida.