Viernes o Los limbos del Pac?fico - Tournier Michel. Страница 36
Dos horas mas tarde, Robinson le vio regresar arrastrando sin miramientos una especie de maniqui. La cabeza estaba hecha con una nuez de coco, los brazos y las piernas con canas de bambu. Pero ademas iba vestido con ropas viejas de Robinson, como un espantapajaros. Sobre la nuez de coco, cubierta por una gorra de marinero, Viernes habia dibujado el rostro de su antiguo amo. Planto el maniqui frente a Robinson.
– Te presento a Robinson Crusoe, gobernador de la isla de Speranza -le dijo.
Luego recogio la concha sucia y vacia que seguia alli y con un bramido la estrello contra la nuez de coco, que se desmorono entre tubos de bambu destrozados. Luego comenzo a reir y fue a abrazar a Robinson.
Robinson comprendio la leccion de aquella extrana comedia. Un dia que Viernes comia gusanos de palmera, vivos y enrollados previamente en huevos de hormiga, Robinson, exasperado, se fue a la playa. En la arena mojada esculpio una especie de estatua tumbada boca abajo con una cabeza cuyos cabellos eran algas. No se veia la cara, oculta bajo uno de los brazos plegado, pero el cuerpo moreno y desnudo se asemejaba al de Viernes. Robinson acababa apenas de concluir su obra, cuando su companero llego para reunirse con el, con la boca todavia llena de gusanos de palmera.
– Te presento a Viernes, el devorador de gusanos y serpientes -le dijo Robinson, mostrandole la estatua de arena.
Luego recogio una rama de avellano, a la que arranco sus ramitas y sus hojas, y se puso a azotar la espalda, las nalgas y las caderas del Viernes de arena que habia modelado para aquel fin.
A partir de ese momento fueron cuatro los que vivieron en la isla. Estaban el verdadero Robinson y el muneco de bambu, el verdadero Viernes y la estatua de arena. Y todo lo que los dos amigos podian haberse infringido de dano -las injurias, los golpes, los arrebatos de colera- se lo hacian a la copia del otro. Entre ellos solo habia gentilezas.
Pero Viernes encontro el medio de inventar otro juego, todavia mas apasionante y mas curioso que el de las dos copias.
Una tarde despues de comer, desperto con brusquedad a Robinson, que dormia la siesta bajo un eucalipto. Se habia fabricado un artefacto, cuya utilidad no fue comprendida inmediatamente por Robinson. Habia encerrado sus piernas en unos andrajos colocados como si fuera un pantalon. Llevaba un sombrero de paja y ademas, para colmo, se cubria con una sombrilla de palmas. Y se habia hecho una barba falsa pegandose manojos de pelos rojos de cocotero en las mejillas.
– ?Sabes quien soy yo? -le pregunto a Robinson, deambulando majestuosamente ante el.
– No.
– Soy Robinson Crusoe, de la ciudad de York, en Inglaterra. El amo del salvaje Viernes.
– ?Y entonces quien soy yo? -pregunto Robinson, estupefacto.
– ?Adivina!
Robinson conocia ya demasiado bien a su companero para no comprender con solo medias palabras lo que pretendia. Se levanto y desaparecio en el bosque.
Si Viernes era Robinson, el Robinson de antano, amo del esclavo Viernes, a el no le quedaba otro remedio mas que convertirse a su vez en Viernes, el Viernes esclavo de otro tiempo. En realidad ya no tenia que esforzarse mucho para representar su papel. Se contento con frotarse el rostro y el cuerpo con jugo de nuez para ponerse moreno y atarse en torno a los rinones el taparrabos de cuero de los araucanos que llevaba Viernes el dia en que desembarco en la isla. Luego se presento a Viernes y le dijo:
– Mira. Yo soy Viernes.
Entonces Viernes se esforzo por hacer largas frases en su mejor ingles y Robinson le respondio con las pocas palabras de araucano que habia aprendido durante el tiempo en que Viernes apenas hablaba ingles.
– Te he salvado de tus congeneres, que querian sacrificarte para neutralizar tu poder malefico -dijo Viernes.
Y Robinson se arrodillo en tierra, inclino su cabeza hasta el suelo balbuceando gracias con ardor. Por ultimo, tomo el pie de Viernes y lo coloco sobre su nuca.
Jugaron muchas veces a este juego. Era siempre Viernes quien daba la senal. Desde el momento en que aparecia con su falsa barba y su sombrilla, Robinson comprendia que tenia frente a si a Robinson y que le correspondia interpretar el papel de Viernes. Casi nunca representaban escenas inventadas, sino solo episodios de su pasada vida, de cuando Viernes era un esclavo asustado y Robinson un amo exigente. Representaban la historia de los cactus vestidos, la del arrozal desecado, la de la pipa fumada a escondidas cerca de los barriles de polvora. Pero no habia ninguna escena que complaciera tanto a Viernes como la del principio, cuando el huia de los araucanos que querian sacrificarle y Robinson le salvaba.
Robinson se habia dado cuenta de que aquel juego le hacia bien a Viernes porque le liberaba del mal recuerdo que conservaba de su vida de esclavo. Pero tambien a el, a Robinson, le hacia bien aquel juego, porque seguia teniendo algunos remordimientos de su pasado de gobernador y general.
Pasado cierto tiempo, Robinson volvio a encontrar por casualidad la zanja donde antano habia purgado numerosos dias de prision y que se habia convertido por la fuerza de las cosas en una especie de escritorio a cielo abierto. Tuvo incluso la sorpresa de descubrir, bajo una espesa capa de arena y polvo, un libro lleno de notas y observaciones del log-book y dos volumenes virgenes. En el pequeno cuenco de tierra que le habia servido de tintero, el jugo del pez globo se habia secado, y las plumas de buitre con las que escribia habian desaparecido. Robinson creia que todo aquello se habia destruido con lo demas en el incendio de la Residencia. Comunico a Viernes su descubrimiento y decidio reemprender la redaccion de su log-book , testigo interesante de su trayectoria. Pensaba en ello todos los dias e iba a decidirse a limpiar una pluma de buitre y salir a la pesca del pez, cuando una tarde Viernes coloco delante suyo un ramillete de plumas de albatros cuidadosamente talladas y un cuenco pequeno con tinte azul que habia obtenido triturando hojas de glasto.
– Ahora -le dijo con sencillez- el albatros es mejor que el buitre y el azul es mejor que el rojo.