La Joven De Las Rosas - Kretser Michelle de. Страница 22
Una tabla del suelo crujio en el piso de arriba.
– Mi mujer esta indispuesta -dijo el carnicero.
Joseph habia dado por hecho que habia salido. Pero deberia haber preguntado por ella, de todos modos. Siempre metia la pata en cosas tan sencillas como esa. Se paso la lengua por los labios.
– Si puedo hacer algo…
– Gracias, pero… -Ricard hizo un ademan-. Las molestias propias de las mujeres. -Y al cabo de un momento anadio-: He oido decir que te van mejor las cosas profesionalmente. Luzac me dice que su nuera no habla mas que de lo listo que es el nuevo medico que le quito la tos y te esta recomendando a todas sus amistades.
– Un diagnostico afortunado. -Joseph hizo un dibujo invisible en el hule-. A veces creo que me paso el dia diciendo a la gente lo que quiere oir: prescribiendo carne picada en las casas ricas, cebolla en las pobres, oraciones a los devotos, brandy a los pecadores.
– Si eso es cierto, y estoy seguro de que estas subestimando tu talento, no tienes de que avergonzarte. No hay arte mas grande que leer el pensamiento de los hombres.
En todo el intrincado mundo, ?quien mas se molestaba en hablarle asi?
Comio trozo tras trozo de excelente salchicha, observando el fragante humo azulado de la pipa que se elevaba en espiral en un rayo de luz, y todo volvio a estar bien.
– Dime -dijo el carnicero-, ?que piensas de Saint-Pierre? ?Crees que esta cuerdo?
– ?Saint-Pierre? Por supuesto que si. Estuvo en el tribunal, ?recuerdas? Sentencio a muerte a ese oficial por matar al chico del puente. -Joseph se agito al pensar en su ruidosa caida al agua, la pistola apuntandolo, los ojos castano claro mirandolo de arriba abajo-. Asisti al juicio, tuve que testificar. Por supuesto que Saint-Pierre esta cuerdo.
– Yo tambien lo creo -dijo Ricard con calma-. Pero tu tienes buen ojo para la gente. Y en realidad estaba pensando en su familia.
– ?Sophie? ?Mathilde? Son… ninas -dijo desconcertado. Luego comprendio-: ?Monferrant?
– Encontraron cartas suyas entre los papeles de Caussade. ?Le has oido hablar alguna vez de nuestro ex alcalde?
– No le conozco… solo a su mujer. -Se quito los anteojos, los miro como si no los reconociera y volvio a ponerselos-. Me dio la impresion de que ella no le tenia mucho afecto. ?Son cartas comprometedoras?
– No particularmente. Expresiones de apoyo, promesas de ayuda… lo de siempre. -Una vez mas, la voz de Ricard se habia vuelto suave y acariciadora-. Pero nos conviene que tengas trato con la gente de Montsignac… para que nos informes de todo lo que tengamos que saber.
Se oyeron pasos en el pasillo. Las hijas de Ricard entraron trotando, la mayor con un gatito blanco y sedoso en las manos. Las siguio el impresor apuesto y moreno del club.
– Papa, hay un hombre -dijo la mas pequena.
Mercier saludo a Joseph con una inclinacion de la cabeza y entrego a Ricard el periodico de formato grande que traia.
– ?Se han enterado? -Sus ojos negros mordian-. El ciudadano Capet y su prostituta austriaca han sido arrestados en Varennes, tratando de huir del pais.
La nina mayor se planto frente a Joseph y dejo el gatito en su regazo.
– Me llamo Julie y este es Azucar.
Unas garras diminutas se clavaron en los muslos de Joseph y el gatito se balanceo en sus rodillas, asustado.
8
Finales de octubre y el cielo nacarado de primera hora de la manana.
Sophie procuraba andar por el centro del sendero, esquivando el rocio que seguia aferrado a la larga hierba. Tenia la mente ocupada en parte por el recado que se disponia a hacer, en parte por el vestido verde y amarillo que llevaba por segunda vez. Se lo habia dado Clarie, que habia decidido que el color no le favorecia; siempre se encargaba los vestidos con generosos dobladillos que podian alargarse para Sophie. Pero ?este no dejaba ver las botas demasiado? ?Era demasiado tarde para acortarlo para Mathilde?
El sendero se curvaba hacia la izquierda y la torre de la iglesia aparecio ante ella. En primer plano, un caballo gris pacia en la zanja verde. Cerca, un hombre desplomado en la humeda hierba.
– ?Doctor Morel?
El se puso de pie como si no recordara muy bien como hacerlo. Ella advirtio que no se habia afeitado y que tenia el cabello mojado, y se le ocurrio que tal vez estaba borracho. El sol, que salio detras de una nube, puso la parte superior de sus orejas de un tono naranja rosado.
– Felix Morin ha muerto -dijo.
– ?Felix? Pero si yo iba a su casa -dijo ella, como si eso lo hiciera imposible.
El miro la cesta que ella sostenia.
– Puede ahorrarse el jabon… ?o era una botella de brandy? Lo que sea, ya no lo necesitara.
Ella no le habia creido capaz de ser tan brusco. Sus modales, asi como la noticia, la impresionaron tanto que solto una perogrullada.
– Pasan cosas tan horribles…
El se quedo mirandole las botas. Pregunto con brusquedad:
– ?Me acompana? -Y dio media vuelta antes de que Sophie pudiera responder.
Ella dejo la cesta detras del seto y corrio tras el; lo alcanzo cuando se adentraba en un sendero que cruzaba los campos marrones y pelados. Por unos instantes anduvieron en silencio, Sophie esforzandose por seguirle el ritmo, mientras las puntas de sus botas se ennegrecian por la hierba.
Rodearon un grupo de jovenes robles y salieron a la soleada falda de una colina, donde el sendero corria paralelo a una estrecha canada verde oscuro. Como un rio de hierba, penso ella, deteniendose para recuperar el aliento.
El se detuvo cuando ella lo hizo.
– Casi no hay una casa en Lacapelle donde no haya muerto un nino en las pasadas semanas. Con el primer frio aparece la fiebre y se propaga como el fuego. Los he visto morir noche tras noche. Felix fue a visitar a sus primos de la ciudad y volvio con tos. Hace dos dias se quejo de dolor de garganta. Su padre me llamo anoche… esta madrugada. En cuanto vi al nino supe que llegaba demasiado tarde. Toda la parte posterior de la garganta era como terciopelo blanco. La enfermedad habia invadido la laringe. De todos modos, tense la piel de encima de la traquea, tenia que intentarlo. Pero me temblaba demasiado la mano para hacer la incision. El dejo de respirar. Su padre maldijo y me grito que salvara a su hijo. De modo que efectue un corte en la traquea del nino e inserte el tubo. Le alivio un poco, durante un par de horas. Pero las falsas membranas siguieron formandose, cada vez mas profundas, hasta donde no llegaba el tubo. De pronto se atraganto y murio. Saque el tubo y sali. El cielo empezaba a palidecer. Recorri la calle hasta el pozo y meti la cabeza en un cubo de agua. Cuando volvi, Morin estaba sentado en una silla con el nino en su regazo. La lampara seguia encendida.
Se quito los anteojos y Sophie vio sus grandes ojos grises, del color del rio en invierno.
– Tenia seis anos. -Se cubrio la cara con las manos.
Ella le cogio los anteojos, se los limpio con la manga y dijo con toda la ternura de que fue capaz:
– Esta agotado. Tiene que dormir y comer algo. Por favor, venga a casa conmigo.
El dejo caer las manos. Luego se acerco un paso mas a ella. No puede ser… Debo de estar imaginandolo… me esta mirando como si… Sophie se apresuro a decir:
– Los Morin tienen mas hijos, y Agnes todavia es joven, tendran otros. Es terrible pero pasara, ya lo vera. -Se referia a su angustia, asi como a todo lo demas.
El le arrebato los anteojos y se los puso bruscamente. La manana se lleno al instante de espeso e implacable vidrio.
– Eso es muy tipico de los de su clase -dijo-. Supongo que le conviene creer que en el fondo a los pobres nos les importan mucho sus hijos. Les tranquiliza la conciencia respecto a las condiciones en que viven… y mueren.
– No he dicho eso -protesto ella-. No crei… pero no era mi intencion… No…
Ese vestido… que color tan vil. Como pus, penso Joseph. Paso por su lado sin decir palabra y regreso, a paso rapido, al pueblo.
9
Su mirada amarilla nunca se aparta del rostro de ella. Con la cabeza ladeada, escucha con atencion.
– «?Cuanto habeis cambiado vos, y solo vos, en estos dos meses! -entona Mathilde-. ?Donde estan vuestra languidez, vuestro disgusto, vuestra expresion de desaliento! Las Gracias han vuelto a ocupar sus puestos; todos vuestros encantos os han sido devueltos; la rosa recien abierta no esta mas fresca y radiante…», etcetera… Este trozo es bueno: «?Oh, cuan infinitamente mas amable os mostrabais cuando no erais tan hermosa! ?Cuanto echo de menos esa lastimosa palidez, precioso aval de la felicidad del amante, y detesto esa briosa salud que habeis recuperado a expensas de mi reposo!».
El libro se le resbala del regazo y cae en la alfombra. Brutus se acerca despacio, meneando la cola. Ella recoge el libro y sigue leyendo, y el se sube de un salto a sus rodillas.
– «?Cuanto detesto esa briosa salud!» -dice ella, rascandole detras de las orejas.
El perro le lame la barbilla.
– «Esos ojos brillantes, esa tez radiante…» Pero ahora tienes que bajarte… -Brutus se acurruca rapidamente en su regazo-. ?Abajo he dicho!
El suspira y cierra los ojos.
– «Estoy cansado de sufrir en vano…» -Ella cambia de postura, como si fuera a ponerse en pie.
Aterrizando pesadamente a los pies de ella, Brutus la mira con profundo reproche; al ver que no surte efecto, se prepara y sube de un salto a la cama, da tres vueltas y, escondiendo el morro debajo de la cola, se queda dormido.
La llave esta guardada en la caja de madera labrada, junto con sus lazos, el broche con una piedra azul que era de su madre, una cucharita de plata, una concha a rayas lilas de erizo de mar (regalo de Rinaldi) y un trozo de roca grisacea (que el habia jurado que habia formado parte de la Bastilla). Abre el escritorio y saca su diario.
Jueves
Tarde lluviosa. Otra vez pato para comer, con este son tres dias seguidos.
Viernes
Manana lluviosa. Sophie acorto el vestido amarillo de Claire para mi. El color me recuerda a cuando Brutus vomito en el sofa. Pero ella dijo que estoy creciendo deprisa y que necesito un vestido nuevo para cuando hace fresco.
Sabado
No me acuerdo.
Domingo
El doctor Ducroix e Isabelle vinieron a comer. Me puse el vestido nuevo; ningun exito. Ahora que el rey ha aceptado la Constitucion, padre y el doctor Ducroix creen que la Revolucion ya no es necesaria y que deberian darla por terminada. Sophie dice que que se ha conseguido cuando los ninos siguen muriendo por falta de agua potable. Lamentare no tener la Revolucion cuando sea mayor. Pato asado.