Samarcanda - Maalouf Amin. Страница 27

Para aquellos que nunca han tenido la ocasion de visitar las ruinas de Alamut, no es, sin duda, inutil precisar que ese lugar no habria adquirido tanta importancia en la Historia si hubiera tenido como unica ventaja su dificil acceso y si no hubiera habido en la cima del pico rocoso una planicie lo bastante amplia como para contener una ciudad o por lo menos un pueblo grande. En los tiempos de los Asesinos se accedia a ella por un estrecho tunel al este que desembocaba en la fortaleza baja; callejuelas que se entrecruzaban, casitas de tierra al amparo de las murallas; atravesando la meydan , la plaza mayor, unica area de reunion para toda la comunidad, se llegaba a la fortaleza alta. Esta tenia la forma de una botella tumbada, ancha al este y el cuello dirigido hacia el oeste. El gollete era un pasillo estrechamente vigilado. La casa de Hassan estaba al final. Su unica ventana daba a un precipicio. Fortaleza dentro de la fortaleza.

Por los espectaculares crimenes que ordeno, por las leyendas que se tejieron en torno a el, a su secta y a su castillo, el Gran Maestro de los Asesinos aterrorizo durante mucho tiempo al Oriente y al Occidente. En todas las ciudades musulmanas cayeron altos dignatarios; los cruzados tuvieron que deplorar dos o tres victimas eminentes. Pero se olvida con demasiada frecuencia que fue en Alamut principalmente donde reino el terror.

?Que reinado es peor que el de la virtud militante? El Predicador supremo quiso reglamentar cada instante de la vida de sus adeptos. Desterro todos los instrumentos de musica; si descubria la mas pequena flauta, la rompia en publico y la tiraba al fuego; al culpable se le cargaba de cadenas y se le apaleaba antes de expulsarlo de la comunidad. El consumo de bebidas alcoholicas estaba aun mas severamente castigado. El propio hijo de Hassan, sorprendido una noche por su padre en estado de embriaguez, fue condenado a muerte inmediatamente; a pesar de las suplicas de su madre, fue decapitado al alba del dia siguiente. Para dar ejemplo. Nadie se atrevio nunca mas a beber un trago de vino.

La justicia de Alamut era, cuando menos, expeditiva. Se cuenta que un dia se cometio un crimen en el recinto de la fortaleza. Un testigo acuso al segundo hijo de Hassan. Sin tratar de verificar los hechos, este mando que le cortaran la cabeza a su ultimo hijo varon. Algunos dias mas tarde, el verdadero culpable confesaba y a su vez fue decapitado.

Los biografos del Gran Maestro mencionan la matanza de sus hijos para ilustrar su rigor y su imparcialidad y precisan que la comunidad de Alamut se convirtio, gracias a esos ejemplares castigos, en un remanso de virtud y moralidad, lo que se cree con facilidad; sin embargo, se sabe por diversas fuentes que al dia siguiente de esas ejecuciones, la unica mujer de Hassan, asi como sus hijas, se sublevaron contra su autoridad, que el ordeno que las expulsaron de Alamut y recomendo a sus sucesores que actuaran del mismo modo en el futuro para evitar que femeninas influencias alteraran su recto juicio.

Separarse del mundo, hacer el vacio alrededor de su persona, rodearse de murallas de piedra y de miedo, tal parece haber sido el sueno insensato de Hassan Sabbah.

Pero ese vacio comienza a asfixiarlo. Los reyes mas poderosos tienen locos o alegres companeros para aliviar el irrespirable rigor que los envuelve. El hombre de los ojos desorbitados esta irremediablemente solo, amurallado en su fortaleza, recluido en su casa, encerrado en si mismo. Nadie a quien hablar, solo dociles subditos, servidores mudos, adeptos magnetizados.

De todos los seres que ha conocido, solo hay uno con el que sabe que podria hablar aun, si no de amigo a amigo, de hombre a hombre. Y es Jayyam. Por lo tanto le escribe. Una carta en la que la desesperacion se disimula bajo una espesa capa de orgullo: «En vez de vivir como un fugitivo, ?por que no vienes a Alamut? Como tu, yo fui perseguido; ahora soy yo quien persigue. Aqui seras protegido, servido y respetado, y ningun emir de la tierra podra tocar ni un cabello de tu cabeza. He formado una inmensa biblioteca donde encontraras las obras mas excepcionales y podras leer y escribir a tu placer. En este lugar alcanzaras la paz.»

XXIII

E fectivamente, desde que abandono Ispahan, Omar lleva una existencia de fugitivo y de paria. Cuando acude a Bagdad, el califa le prohibe hablar en publico o recibir a los numerosos admiradores que se aglomeran ante su puerta. Cuando visita La Meca, sus detractores se rien sarcasticamente al unisono: «?Peregrinacion de conveniencia!» Cuando al regreso pasa por Basora, el hijo del cadi de la ciudad acude a rogarle lo mas cortesmente del mundo que acorte su estancia.

Su destino es, pues, de lo mas desconcertante. Nadie le discute su talento y su erudicion; alli donde va, verdaderas multitudes de letrados se reunen a su alrededor y le interrogan sobre astrologia, algebra, medicina e incluso sobre cuestiones religiosas. Se le escucha con recogimiento. Pero indefectiblemente, algunos dias o algunas semanas despues de su llegada se organiza una camarilla que propaga toda clase de calumnias acerca de el. Se le tacha de impio o de hereje, se recuerda su amistad con Hassan Sabbah, se repiten las acusaciones de alquimista proferidas en Samarcanda, se le envian detractores llenos de celo que perturban sus charlas, se amenaza con represalias a aquellos que osan alojarlo. Generalmente, Omar no insiste. Cuando siente que la atmosfera se enrarece, simula una dolencia para no aparecer mas en publico y no tarda en partir hacia una nueva etapa que sera igualmente breve, igualmente arriesgada.

Venerado y maldito, sin otro companero que Vartan, esta constantemente a la busqueda de un techo, de un protector y de un mecenas. Puesto que desde la muerte de Nizam no se le paga la generosa pension que este ultimo le habia asignado, se ve obligado a visitar a los principes y gobernadores y preparar sus horoscopos mensuales. Pero aunque a menudo pasa estrecheces, sabe hacerse pagar sin bajar la cabeza.

Se cuenta que un visir, sorprendido de oir a Omar exigir una suma de cinco mil dinares de oro, le habia lanzado:

– ?Sabes que a mi no me pagan tanto?

– Es logico -respondio Jayyam.

– ?Y por que?

– Porque sabios como yo solo hay un punado cada siglo, mientras que visires como tu se podrian nombrar quinientos cada ano.

Los cronistas afirman que el personaje supo reirse a carcajadas y luego satisfizo todas las exigencias de Jayyam, reconociendo civilizadamente la exactitud de tan orgullosa ecuacion.

«Ningun sultan es mas feliz que yo, ningun mendigo esta mas triste», escribe Omar en esa epoca.

Los anos pasan y lo volvemos a encontrar en 1114 en la ciudad de Merv, antigua capital de Jorasan, que sigue siendo famosa por sus telas de seda y sus diez bibliotecas, pero que desde hace algun tiempo se ha visto privada de todo cometido politico. Para volver a dar esplendor a su deslustrada corte, el soberano local trata de atraer a las celebridades del momento. Sabe como seducir al gran Jayyam: proponiendole construir un observatorio semejante en todo al de Ispahan. A los sesenta y seis anos Omar solo suena aun con ello; acepta con un entusiasmo de adolescente y se consagra al proyecto. Pronto se alza el edificio sobre una colina, en el barrio de Bab Senyan, en medio de un jardin de junquillos y moreras blancas.

Durante dos anos, Omar es feliz y trabaja con empeno; nos dicen que efectua experiencias sorprendentes en la prevision meteorologica, ya que su conocimiento del cielo le permite describir con exactitud los cambios de clima para cinco dias sucesivos. Igualmente, desarrolla sus avanzadas teorias en matematicas; habra que esperar al siglo XIX para que los investigadores europeos reconozcan en el a un genial precursor de la geometria no euclidiana. Tambien escribe ruba'iyyat , parece ser que estimulado por la excepcional calidad de los vinedos de Merv.

Evidentemente, para todo esto existe una contrapartida. Omar tiene la obligacion de asistir a interminables ceremonias del palacio, de ofrecer solemnemente sus respetos al soberano con ocasion de cada fiesta, cada circuncision principesca, cada regreso de una caceria o de una campana y estar presente en el divan con frecuencia, dispuesto a lanzar algun dicho ingenioso, una cita, un verso apropiado para las circunstancias. Ademas de la impresion de haberse puesto la piel de un oso sabio, tiene constantemente la de perder en el palacio un tiempo precioso que habria utilizado mejor en su mesa de trabajo. Sin contar el riesgo de tener encuentros desagradables.

Como en ese frio dia de febrero, cuando le enzarzaron en una memorable disputa a proposito de una cuarteta de juventud llegada a los oidos de un envidioso. Ese dia, el divan es un hervidero de letrados con turbante. El monarca, plenamente satisfecho, contempla su corte con beatitud.

Cuando Omar llega, el debate esta ya entablado sobre un tema que apasiona en ese momento a los hombres de religion. «?Podria haberse creado mejor el Universo?» Aquellos que responden «si» son tachados de impios, puesto que insinuan que Dios no cuido suficientemente su obra. Los que responden «no» son tachados igualmente de impios, puesto que dan a entender que el Altisimo seria incapaz de hacerlo mejor.

Se discute con pasion, se gesticula. Jayyam se contenta con observar distraidamente la mimica de cada uno. Pero un orador lo no nombra, elogia su sabiduria y le pide su opinion. Omar se aclara la garganta. No ha pronunciado aun una sola silaba cuando el gran cadi de Merv, a quien nunca le ha agradado la presencia de Jayyam en su ciudad y menos aun las atenciones de las que esta constantemente rodeado, salta de su asiento senalandole con un dedo acusador.

– ?Ignoraba que un ateo pudiera expresar una opinion sobre las cuestiones de nuestra fe!

Omar esboza una sonrisa cansada pero inquietante.

– ?Que te autoriza a tratarme de ateo? ?Espera al menos a haberme oido?