Destinos Truncados - Стругацкие Аркадий и Борис. Страница 40

Pero era creyente, pense. Le resultaba mas facil, mucho mas facil. Una cosa sabemos con seguridad: no hay nada antes y no hay nada despues. La angustia habitual se apodero de mi. Entre dos nadas salta una chispa minima, eso es nuestra existencia. Y no habra recompensa ni retribucion en el futuro. Nada, y no hay la menor esperanza de que esa chispa vuelva a saltar alguna vez y en alguna parte. Y, desesperados, inventamos un sentido para esa chispita, nos convencemos unos a otros de que cada chispita es diferente, que es verdad que unos desaparecen sin dejar huella y otros encienden hogueras gigantescas de ideas y hechos, que los primeros, por supuesto, merecen solo lastima y desprecio, y los segundos son ejemplos a imitar si se quiere que la vida tenga sentido.

Y es tan grande y potente la euforia de la juventud que esa simple carnada funciona perfectamente con cada adolescente, en caso de que medite sobre tales temas, y solamente cuando uno deja atras ciertas cumbres, cuando desciende por una ladera, el hombre comienza a comprender que todo esto no es mas que palabreria, palabras sin sentido, justificaciones y consuelos con los que se intenta ayudar al vecino, al que la tierra se le escapa bajo los pies. Y en realidad, no importa si has construido un estado o una choza con materiales robados, ya que solamente esta la nada antes y la nada despues, y la vida tiene sentido solamente hasta el instante en que uno entiende esto con todas sus implicaciones...

Tengo la tendencia a esas elucubraciones lugubres desde hace relativamente poco. Y, en mi opinion, es un aviso de la demencia senil, o al menos de la impotencia senil. En el sentido amplio de la palabra, por supuesto. Al principio, esos ataques me asustaban: me apresuraba a apelar al remedio probado contra todo luto fisico o espiritual, bebia un vaso de licor y a los pocos minutos, la imagen habitual de la chispa que enciende la llama (aunque sea una pequena, de importancia local) volvia a ganar ante mis ojos la conviccion de un postulado social. A continuacion, cuando esos descensos a las profundidades de la angustia universal se hicieron habituales, deje de asustarme, y fue correcto, ya que como despues se aclaro, las profundidades de la angustia tenian fondo: yo tomaba impulso en el y siempre volvia a la superficie.

Todo consistia en que la logica lugubre de las profundidades servia solo para el mundo abstracto de los actos de la humanidad, mientras que cada vida concreta no consistia en actos, los unicos a los que se puede aplicar el concepto de sentido, sino en amarguras y alegrias, grandes y pequenas, momentaneas y prolongadas, puramente personales o vinculadas a cataclismos sociales. Y no importa cuantas amarguras cayeran a la vez sobre una persona, siempre le quedaba algo en su reserva para calentar el alma.

Siempre quedan los nietos, los gemelos, esos peleones traviesos de Petka y Sashka, y la incomparable satisfaccion de alegrarlos. Quedara la hija, Katia la Fracasada, ante la que uno siempre se sentira culpable, aunque no sepa por que: seguramente por el hecho de que es de uno, carne de su carne, con su mismo caracter y su mismo destino. Y quedara el vodka con setas marinadas en el club... Es banal, lo entiendo, el vodka, ?banal como todas las alegrias! ?Y la charlataneria irresponsable de borrachos en el club, acaso no es banal? ?Y ese placer inexplicable que sientes cuando en verano sales en calzoncillos a la terraza, el cielo es azul, la carretera esta aun vacia, las paredes de las casas de enfrente son rosadas y unas sombras largas, azuladas, se extienden por el terreno baldio, y los gorriones arman ruido en los arbustos de un verde exuberante? Tambien es banal, pero nunca aburre...

Claro que existen tipos para quienes todas las alegrias y amarguras se materializan solo en actos. Lo unico que anhelan es inventar la polvora, recorrer los montes Valdai a marchas forzadas o llevar a cabo algun otro derramamiento de sangre. Al diablo con ellos. Pero nosotros somos personas sin importancia. Nos basta con los gorriones por la manana. Y recuerda: hay que comprar hoy una caja de bombones para los nietos. O juguetes...

Sintiendome ya en la superficie, hice algunos ejercicios de gimnasia sin levantarme, casi para nada mas que quedar bien conmigo mismo, me levante con dificultad y busque las pantuflas con los pies. El procedimiento a seguir era el siguiente: hacer la cama, abrir de par en par las puertas que daban a la terraza y comenzar el aseo matutino. Pero el orden fue cambiado desde el principio. Tan pronto tire la almohada al butacon, comenzo a sonar el telefono. Mire el reloj para determinar quien llamaba. Eran las siete y treinta y cuatro, eso significaba que era Lionia Jerbo el que llamaba.

—Salud —pronuncio, con su voz de bajo, propia de un conspirador clandestino—. ?Como van las cosas?

- Ojalo-respondi—. Botsubotsu-sa. Arigato.

—?Y puedes decirlo en cristiano?

—Claro. Everything is okay.

—Hubieras empezado por ahi. —Callo un momento—. ?Y que tal te fue ayer?

—?De que hablas? —pregunte, poniendome en guardia, porque sin venir al caso me acorde del tipo del dia anterior, el de la chaqueta reversible a cuadros.

—Esos lios tuyos... ?Adonde fuiste ayer?

Finalmente, me di cuenta de que solo me preguntaba sobre mi visita a la calle Bannaia.

—Ra-aayos —dije—. ?Otra vez he olvidado la carpeta en alguna parte!

Febrilmente trate de recordar donde habia podido olvidar la carpeta con la pieza inmortal sobre los Koriaguin, pero el seguia hablando. Contaba que corria el rumor de que a los escritores que se habian casado mas de tres veces los retirarian de la cola para recibir piso en el nuevo edificio de los literatos y les propondrian unicamente los pisos que fueran quedando libres. A Lionia Jerbo eso le incumbia, porque ya se habia casado cuatro veces.

—?La olvide en el restaurante! —murmure, con alivio.

—?A quien?

—A mi carpeta.

—?Cual?

—Una corriente, de oficina. Con tiritas.

—Y dentro ?que? —insistia Jerbo.

—Oye, dejame en paz. Acabo de levantarme, ni siquiera he hecho la cama.

—Yo tampoco. ?Que tal te fue en la calle Bannaia?

—No estuve en la Bannaia. ?No estuve!

—?Y entonces, donde estuviste?

La sola idea de contarle a Jerbo mis andanzas del dia anterior me daba miedo. Y no solo porque de repente se clavaron en mi los ojos, como canones de escopeta, de Ivan Davidovich, y volvi a oir el siseo serpentino de Kostia Kudinov, el poeta, que me prevenia; y ni siquiera se trataba de que percibia en todo esto algo indigno, una canallada cualquiera. ?Todo era mas sencillo! A Jerbo nunca le interesa el que. A el siempre le interesa el por que. Me sacara las tripas sin anestesia, exigiendo explicaciones, y despues me las volvera a meter dentro de cualquier manera, elaborara sus versiones de plomo, cada una de las cuales explicara, como a proposito, solamente un hecho y negara todos los demas...