Destinos Truncados - Стругацкие Аркадий и Борис. Страница 63
Yo me daba cuenta de que todo aquello no era mas que mi psicosis. Era dificil que aquel miserable anciano me conociera, pero si me conocia, nada de eso se hacia de esa forma, los tiempos habian cambiado, era un hombre anciano, que nadie necesitaba y no constituia un peligro para nadie. No pasa un ano sin que corra el rumor de que ha estirado la pata; ahora era mas un personaje de relatos historicos que una persona viva, una sombra infecta que se habia arrastrado a traves de los anos hasta llegar a nuestro tiempo. Y, de todos modos, no podia tranquilizarme. Tenia miedo.
Entonces, el anciano hablo. Su voz chirriaba, apenas se entendia, seguramente a causa de una protesis dental de mala calidad. Pero pude entender que el consideraba que aquel invierno estaba nevando en exceso, y decia algo mas sobre el estado del tiempo.
Habia hablado conmigo por primera vez en mi vida. Sus palabras eran totalmente banales, cualquier persona habria podido pronunciarlas. Pero, como en un chiste, yo sentia el deseo de cruzar los brazos delante de mi para protegerme, y gritar: «?Pero si habla...!».
Hace muchos anos, cuando yo era relativamente joven, con una honestidad interior absoluta y una estupidez a toda prueba, se me ocurrio de repente (como si me hubieran echado encima un balde de agua helada) que todos aquellos protagonistas lugubres y repulsivos de los rumores mas horribles, los epigramas mas sucios y las leyendas mas sangrientas, no vivian en el espacio abstracto de los relatos, de eso nada. Vi a uno de ellos sentado a la mesa vecina, rozagante y algo bebido, que soltaba tacos y pescaba una aceituna en la sopa. Y otro, cojeando de la pierna afectada por la artritis, bajaba a su encuentro por las escaleras de marmol blanco. Y aquel redondito, siempre sudado, que corria por los pasillos del soviet de Moscu, agitando listas de escritores que necesitaban una vivienda...
Y cuando todo aquello llego hasta mi conciencia, surgio una pregunta dolorosa: ?Como tratarlos? ?Como tratar a aquellas personas que, segun todas las reglas morales y eticas conocidas por mi, eran unos delincuentes sin remedio, unos verdugos, peor todavia, unos traidores? Los rumores decian que a veces les daban una bofetada, les echaban por encima un plato de sopa en un restaurante o les escupian al rostro publicamente. Segun los rumores. Yo, en persona, nunca habia visto nada de eso. Segun los rumores no les daban la mano, volvian la cara al tropezarselos, les decian duras palabras en reuniones y asambleas. Si, algo de eso habia, pero no he sido testigo de ningun incidente semejante en cuya base no hubiera algo carente de nobleza: un viaje de vacaciones que le habian quitado a alguien, un adulterio banal, una resena interna que se habia filtrado al publico.
Ellos se paseaban entre nosotros con los brazos manchados de sangre hasta los codos, con su memoria putrefacta llena de detalles inconcebibles, con la conciencia asfixiada o quiza ya muerta, herederos de pisos mostrencos, de manuscritos mostrencos, de puestos mostrencos. Y no sabiamos que hacer con ellos. Eramos jovenes, honestos y ardientes, deseabamos abofetearlos, pero se trataba de ancianos, y sus mejillas marchitas, flaccidas, estaban llenas de arrugas y no era decente pisotear a los caidos; queriamos clavarlos al poste del escarnio, pero parecia que ya los habian clavado y escarnecido, ya estaban en el basurero y nunca levantarian la cabeza. ?Ejemplo edificante para las nuevas generaciones? Pero aquella pesadilla nunca se volveria a repetir, ?acaso las nuevas generaciones necesitaban esos ejemplos edificantes? Y, en general, parecia que uno o dos anos despues, ellos desaparecerian en el abismo de la historia y no seria necesario preguntarse si al tropezarselos habia que darles la mano o volver demostrativamente la cara...
Pero paso un ano, paso otro mas y de alguna manera imperceptible, todo cambio. En verdad, alguno que otro desaparecio, pero la mayoria no tenia la menor intencion de hundirse en ningun abismo. Como si nada, soltando tacos con aire bonachon, continuaban pescando aceitunas en la sopa, se apresuraban a bajar cojeando las escaleras de marmol para asistir a reuniones, corrian agitados por los pasillos de las altas instancias, mostrando listas hechas y ratificadas por ellos mismos. Los epigramas sucios y las leyendas sangrientas se hundieron en el abismo de la historia, pero sus protagonistas (que al verlos de cerca perdian su caracter de antiheroes de manual) volvieron a mezclarse con elementos semejantes, con el medio circundante, diferenciandose de nosotros quiza por la edad, por sus relaciones y por la nitida comprension de que ahora lo oportuno era tener paciencia y esperar.
Y nos dedicabamos a solicitarles los viajes de vacaciones y las ayudas, nos quejabamos ante ellos de la arbitrariedad editorial, escribiamos resenas condescendientes sobre sus obras, buscabamos su apoyo en todo tipo de comisiones y ya nos parecia algo idiota pensar si al encontrarnos con el camarada tal habia que darle la mano o no. Ay, ?que en tal ano condeno a muerte a Ivanov, Petrov y a dos Rabinovich? Oigan, de eso acusan a muchos. La mitad de nuestros ancianos acusa de semejantes pecados a la otra mitad, y lo mas probable es que ambas mitades tengan razon. Basta ya. ?Acaso los de ahora son mejores?
No juzgues y no seras juzgado. Nadie sabe nada hasta que no lo vive. No hay que echarle la culpa al espejo. Y lo mas seguro: no escupas en el pozo y no mees contra el viento.
Porque da miedo. Y siempre ha dado miedo. Desde el principio.
Aquel vil anciano que estaba sentado a dos sillas de distancia podia hacer cualquier cosa contra mi. Escribir una denuncia. Dejar caer una insinuacion. Expresar su incomprension. O su conviccion. Aquel bicho me parecia un rudimento de una epoca totalmente diferente. O de otro tipo de condiciones existenciales. Cruzas la calle con la luz roja, y el bicho te devora las piernas. Escribes una palabra inadecuada en tu manuscrito, y el bicho te devora las manos. Ganas dinero con bonos del estado, y el bicho te devora la cabeza. Estas totalmente indefenso ante el, pues no conoces y nunca conoceras las reglas segun las cuales caza ni los objetivos de su existencia. Alguno de los escritores de ciencia ficcion, no se si seria Efremov o Beliaev, describio una bestia monstruosa, llamada «guishu», devoradora de elefantes en la antiguedad, que habia logrado sobrevivir hasta la epoca humana. El hombre no sabia como escapar de la bestia porque no entendia su comportamiento, y no lo entendia porque ese comportamiento habia surgido en una epoca en la que el hombre no existia ni podia existir. Y el hombre solo podia salvarse del guishu de una manera: uniendose con sus semejantes y matando...
Hablamos del estado del tiempo. Despues de callar un rato, volvimos a hablar del estado del tiempo. Despues, el comenzo a quejarse de lo mal que estaba organizado aquello, un tercer piso sin ascensor, por una escalera de caracol. Preferi callar, ese tema me parecia resbaladizo.
En ese momento se abrio la puerta del semaforo y de alli salio Petia Skorobogatov.
—Dios mio, ?que te ocurre? —exclame, levantandome a su encuentro.
Petia tenia la cabeza envuelta en vendas blancas, como un turbante. Su mano izquierda tambien estaba vendada y era gruesa como un tronco, la llevaba en cabestrillo. La mano derecha de Petia se apoyaba en un baston.