Que dificil es ser Dios - Стругацкие Аркадий и Борис. Страница 55
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La Guarida del Borracho estaba relativamente limpia, el suelo barrido, la mesa fregada, y unos manojos de hierbas y ramas de pino que habia por los rincones aromatizaban el aire. El padre Kabani, pulcro, sereno y callado, estaba sentado en un banco con las manos sobre las rodillas. Mientras esperaban a que Budaj se quedara dormido, hablaron de cosas sin importancia. Budaj, que estaba sentado a la mesa junto a Rumata, escuchaba la charla de los nobles Dones con una sonrisa benevola, mientras se estremecia de vez en cuando a medida que iba adormilandose. Sus flacas mejillas parecian arder debido a la dosis brutal de tetraluminal que habian mezclado en su bebida. El anciano estaba muy excitado y no acababa de quedarse dormido. Don Gug entretenia su impaciencia doblando y enderezando una herradura de camello, con las manos ocultas bajo la mesa, pero su rostro tenia una expresion alegre y despreocupada. Rumata hacia migas de pan y miraba con atencion de hombre cansado como a Don Kondor le iba subiendo la bilis. El Custodio de los Sellos de Soan iba a llegar tarde a una reunion nocturna extraordinaria de la Conferencia de los Doce Negociantes convocada con motivo del golpe de Estado en Arkanar, y el era precisamente el presidente. — ?Nobles amigos! — dijo finalmente Budaj con voz sonora; se puso en pie, y se desplomo sobre Rumata.
Rumata lo sostuvo cuidadosamente por los hombros.
— ?Listo? — pregunto Don Kondor.
— No se despertara hasta manana — dijo Rumata, mientras tomaba a Budaj en brazos y lo llevaba hasta el lecho del padre Kabani.
— Esto no esta bien — profirio este con envidia -. Quien es doctor tiene derecho a emborracharse, mientras que el padre Kabani debe abstenerse, porque esto le perjudica.
— Me queda un cuarto de hora de tiempo — dijo Don Kondor en ruso.
— Con cinco minutos tengo bastante — respondio Rumata, conteniendo a duras penas su irritacion -. Os he hablado tanto de este asunto que ahora con unos minutos sobra. De acuerdo con la teoria basica del feudalismo — sus ojos se fijaron furiosos en Don Kondor -, este movimiento ordinario de los ciudadanos contra los barones — Rumata desvio la mirada hacia Don Gug — se ha convertido en una intriga provocadora de la Orden Sacra que ha transformado Arkanar en una base de agresion feudal — fascista. Y mientras nosotros nos rompemos la cabeza intentando inutilmente situar una figura tan contradictoria, compleja y enigmatica como la de nuestro aguila Don Reba a la altura de Richelieu, Necker, Tokugawa leyasu y Monk, resulta que no es mas que un patan imbecil que ha vendido y traicionado todo lo que podia vender y traicionar, se ha enredado en sus propias empresas, se ha visto abrumado por un miedo cerval y se ha puesto en manos de la Orden Sacra para que lo salve. Dentro de medio ano lo mataran, pero la Orden seguira aqui. Las consecuencias que puede traer esto para los territorios de mas alla del estrecho y para todo el Imperio son dificiles de imaginar. En cualquier caso, todo el trabajo que hemos realizado durante veinte anos dentro de los limites del Imperio se ha derrumbado. Bajo el poder de la Orden no sera facil moverse. Lo mas probable es que Budaj sea la ultima persona a la que yo pueda salvar. En adelante, no vamos a tener a quien ayudar. Eso es todo.
Don Gug partio la herradura, miro unos instantes, asombrado, los dos trozos, y termino arrojandolos a un rincon.
— Efectivamente, no nos hemos dado cuenta — dijo -. Pero tal vez no sea tan horrible como tu imaginas, Anton.
Rumata lo miro fijamente, pero no dijo nada.
— Debias haber quitado de en medio a Don Reba — dijo Don Kondor.
— ?Que significa eso de «quitar de en medio»?
El rostro de Don Kondor se lleno de manchas purpuras.
— ?Quitarlo de en medio fisicamente! — exclamo con acento brusco.
— ?Quieres decir matarlo?
— ?Si, si es necesario! ?Raptarlo! ?Desplazarlo! ?Encerrarlo! Debias haber hecho algo y no buscar el consejo de dos idiotas que no entendian ni palabra de lo que estaba pasando.
— Yo tampoco lo entendia.
— Pero al menos lo presentias.
Hubo un corto silencio.
— ?Que es lo que ha ocurrido? ?Algo como la matanza de Barkan? — pregunto Don Kondor, a media voz y mirando hacia otra parte.
— Si, algo parecido. Aunque mejor organizado.
Don Kondor se mordio los labios.
— ?Es tarde ya para quitarlo de en medio?
— Ya no tiene objeto — dijo Rumata -. En primer, lugar, porque otros se encargaran de este trabajo, y en segundo lugar, porque hacerlo ahora aun seria peor. A el, por lo menos, lo tengo en mis manos.
— ?Como?
— Me teme. Sospecha que detras de mi hay otra gran fuerza. Hasta me ha ofrecido su colaboracion.
— ?Si? — susurro Don Kondor -. Entonces no hara falta.
Don Gug dijo, tartamudeando:
— Camaradas… ?estais hablando seriamente?
— ?De que? — pregunto Don Kondor.
— De todo eso… Matar, eliminar fisicamente… ?Os habeis vuelto locos?
— El noble Don ha sido herido en el talon — dijo Rumata en voz muy baja.
Don Kondor hablo marcando exageradamente las palabras:
— Cuando se presentan circunstancias extraordinarias, tan solo las medidas extraordinarias pueden dar resultado.
Don Gug movia los labios sin decir nada y miraba sucesivamente a sus dos companeros.
— ?Sa… sabeis hasta donde se puede llegar por este camino? — dijo.
— Calmate, por favor — dijo Don Kondor -. No ocurrira nada. Y por ahora ya basta. ?Que vamos a hacer con la Orden? Propongo bloquear la region de Arkanar. ?Que pensais de ello, camaradas? Pero decidid aprisa: tengo que marcharme.
— Yo aun no he pensado nada — respondio Rumata -. Y Pashka aun menos. Hay que pedir consejo a la Base. Hay que esperar. Podemos reunimos dentro de una semana y tomar una determinacion.
— De acuerdo — dijo Don Kondor, levantandose -. Vamos.
Rumata se echo a Budaj al hombro y salio de la isba. Don Kondor iba alumbrandole el camino con una linterna. Llegaron al helicoptero, y Rumata deposito a Budaj en el asiento trasero. Don Kondor, haciendo un tremendo ruido con la espada y enredandose en su capa, se sento en el sillon del piloto.
— ?Puedes llevarme hasta casa? — pregunto Rumata -. Estoy deseando dormir de una vez por todas.
— Por supuesto — gruno Don Kondor -. Pero date prisa.