Las aventuras de Huckleberry Finn - Твен Марк. Страница 7
El juez se sintio un poco amargado. Dijo que calculaba que alguien podria reformar al viejo con una escopeta, a lo mejor, pero que no sabia ninguna otra forma.
Capitulo 6
Bueno, el viejo no tardo en curarse y entonces se metio con el juez Thatcher en los tribunales para obligarle a que le diese aquel dinero, y luego conmigo por no dejar de ir a la escuela. Me agarro un par de veces y me zurro, pero de todos modos yo iba a la escuela y casi todas las veces me escondia de el o corria mas. Antes no tenia tantas ganas de ir a la escuela. Pero ahora pense que iria para fastidiar a padre. Lo del juicio iba muy despacio: parecia que nunca iba a empezar; de forma que de vez en cuando le pedia prestados dos o tres dolares al juez para darselos y librarme de una paliza. Cada vez que tenia dinero se emborrachaba, y cada vez que se emborrachaba armaba un jaleo en el pueblo, y cada vez que armaba un jaleo le metian en la carcel. Y el tan contento: ese tipo de vida era el que le gustaba.
Empezo a pasar demasiado tiempo rondando por casa de la viuda, asi que ella por fin le dijo que si no dejaba de rondar por ahi le iba a buscar algun problema. Diablo como se puso. Dijo que iba a demostrar quien mandaba en Huck Finn. Asi que un dia me estuvo esperando en la fuente, me agarro y me llevo rio arriba tres millas en un bote y cruzo al lado de Illinois, donde habia bosques y no habia mas casas que una vieja cabana de troncos en un sitio con tantos arboles que no se podia encontrar si no se sabia el camino ya antes.
Me llevaba siempre con el y nunca tuve la oportunidad de escaparme. Vivimos en aquella cabana y siempre cerraba la puerta con llave; por las noches se acostaba con ella debajo de la almohada.
Tenia una escopeta que creo que habia robado y me llevaba de pesca y de caza, que era de lo que viviamos. De vez en cuando me dejaba encerrado y se iba a la tienda, que estaba a tres millas, donde pasaba el transbordador, y cambiaba pescado y caza por whisky, y se lo llevaba a casa y se emborrachaba, se lo pasaba muy bien y me daba una paliza. La viuda se entero de donde estaba y al cabo de un tiempo envio a un hombre para tratar de que me llevara, pero padre lo echo con la escopeta y no tarde mucho en acostumbrarme a estar donde estaba, y me gustaba… salvo la parte de las palizas.
Todo era muy tranquilo y se pasaba bien, tumbado todo el dia, fumando y pescando, sin libros ni estudios. Pasaron dos meses o mas y toda la ropa se me hizo jirones y se me puso sucia, y no entendia como me habia gustado estar en casa de la viuda, donde habia que lavarse y comer en un plato y peinarse e irse a la cama y levantarse a horas fijas y pasarse la vida con un toston de libro mientras la vieja senorita Watson se metia con uno todo el tiempo. Ya no queria volver. Habia dejado de decir palabrotas porque a la viuda no le gustaban, pero ahora volvia a decirlas porque padre no le veia nada de malo. Lo pase bastante bien alli en el bosque, si se tiene todo en cuenta.
Pero poco a poco padre empezo a aficionarse demasiado a darme de palos y yo no podia aguantarlo. Estaba lleno de cardenales. Tambien empezo a pasar mucho tiempo fuera, y me dejaba encerrado. Una vez me encerro y desaparecio tres dias seguidos. Me senti horriblemente solo. Pense que se habia ahogado y que yo ya no iba a salir de alli nunca mas. Tuve miedo. Decidi buscar alguna forma de marcharme. Habia tratado de irme de aquella cabana muchas veces, pero no encontraba la forma. No habia una ventana lo bastante grande para que pasara ni un perro. No podia salir por la chimenea porque era demasiado estrecha. La puerta era gruesa, de planchas de roble macizo. Padre tenia mucho cuidado y nunca dejaba un cuchillo ni nada en la cabana cuando se iba; supongo que yo habia registrado por alli lo menos cien veces; bueno, la verdad era que me pasaba buscando todo el tiempo, porque era la unica forma de entretenerse. Pero una vez, por fin encontre algo; encontre un viejo serrucho oxidado y sin mango; estaba metido entre una viga y las tejas de arriba. Lo limpie y me puse al trabajo. Habia una manta de caballo clavada en los troncos a un extremo de la cabana, detras de la mesa, para que el viento no entrase por las ranuras y apagase la vela. Me meti debajo de la mesa, levante la manta y me puse a aserrar una seccion del gran tronco de abajo, lo bastante grande para que cupiera yo. Bueno, me llevo mucho tiempo pero ya estaba llegando al final cuando oi en el bosque la escopeta de padre. Escondi las huellas de mi trabajo, deje caer la manta y el serrucho y en seguida llego padre.
Padre no estaba de buen humor, o sea, que estaba como de costumbre. Dijo que habia ido al centro del pueblo y que todo le iba mal. Su abogado le habia dicho que calculaba que ganaria el pleito y conseguiria el dinero si el juicio empezaba alguna vez, pero que siempre habia formas de irlo aplazando, y el juez Thatcher se las sabia todas. Dijo que segun la gente iba a haber otro juicio para separarme de el y hacer que la viuda fuera mi tutora, y calculaban que esta vez ganaria ella. Aquello me puso muy nervioso, porque ya no queria volver a casa de la viuda y a tanta disciplina y cevilizacion, como la llamaban. Entonces el viejo se puso a maldecir todas las cosas y a la gente que se le ocurria, y despues volvio a maldecirlos otra vez para estar seguro de que no se le habia olvidado nadie, y termino con una especie de maldicion general contra todos, hasta un monton de gente que no sabia como se llamaba, asi que cuando llegaba a ellos decia como se llame, y seguia maldiciendo.
Dijo que ya le gustaria a el ver como se me llevaba la viuda. Dijo que iba a estar atento y que si trataban de hacerle esa faena, conocia un sitio a seis o siete millas de distancia donde esconderme, y donde podrian buscar hasta caerse muertos sin encontrarme. Aquello volvio a ponerme nervioso, pero solo un minuto; calculaba que para entonces yo ya no andaria por alli.
El viejo me hizo ir al bote a buscar lo que habia traido. Habia un saco de cincuenta libras de avena de maiz y un cuarto de tocino entreverado, municiones, una jarra de whisky de cuatro galones y un libro viejo y dos periodicos para rellenar ranuras, ademas de algo de estopa. Lleve una carga y luego volvi a sentarme en la proa del bote a descansar. Volvi a pensarmelo todo y decidi escaparme con la escopeta y algunos sedales, y cuando me escapara me iria al bosque. Pense que no me quedaria en un sitio fijo, sino que iria de un lado para otro del pais, sobre todo de noche, cazando y pescando para tener comida, hasta llegar tan lejos que ni el viejo ni la viuda me pudieran encontrar nunca. Calcule que podia terminar de serrar y marcharme aquella noche si padre se emborrachaba lo suficiente, como suponia que iba a pasar. Me entusiasme tanto que no me di cuenta del tiempo que pasaba hasta que el viejo se puso a gritar y me pregunto si me habia dormido o ahogado.
Lleve todas las cosas a la cabana y luego ya oscurecio. Mientras yo cocinaba la cena el viejo se echo un par de tragos como para irse calentando y empezo a armar jaleo otra vez. Ya se habia emborrachado en el pueblo y habia pasado la noche en la cuneta, y verdaderamente era un espectaculo. Cualquiera pensaria que era Adan: no se veia de el nada mas que barro. Cuando estaba bastante bebido casi siempre se metia con el gobierno. Aquella vez va y dice:
—?Y a esto lo llaman gobierno!, pues no hay mas que mirar para ver lo que es. Hacen una ley para quitarle a un hombre su hijo: su propio hijo, con todo el trabajo y todas las preocupaciones y los gastos que me ha llevado criarlo. Si, y justo cuando ese hombre por fin ha criado a su hijo que ya esta en edad de ponerse a trabajar y empezar a hacer algo por el para que pueda descansar, va la ley y se lo quita. ?Y a eso lo llaman gobierno! Y no es todo. La ley apoya a ese viejo del juez Thatcher y le ayuda a quitarme mis bienes. Fijarse lo que hace la ley: la ley agarra a un hombre que tiene seis mil dolares o mas y lo encierra en una vieja cabana como esta y deja que vaya vestido con una ropa que no es digna ni de un cerdo. ?Y a eso lo llaman gobierno! Con un gobierno asi no hay forma de que uno tenga derechos. A veces me da la tentacion de marcharme del pais para siempre. Si, y se lo he dicho; se lo he dicho al viejo Thatcher a la cara. Me lo oyeron montones de personas y pueden decir que lo dije. Voy y digo: «Por dos centavos me iria de este maldito pais y no volveria ni aunque me pagasen». Eso fue exactamente lo que dije; «Mirar este sombrero —si es que se le puede llamar sombrero—, que se le levanta la tapa y el resto se baja hasta que se cae debajo de la barbilla y ya no es ni un sombrero ni nada, sino mas bien como si me hubieran metido la cabeza en un tubo de chimenea. Mirarlo», voy y digo: «Vaya un sombrero para un tipo como yo, uno de los hombres mas ricos de este pueblo si me se reconocieran mis derechos».