Destinos Truncados - Стругацкие Аркадий и Борис. Страница 12

—Senores, el aparato estatal siempre considero que su tarea fundamental consistia en mantener el statu quo. No se hasta que punto eso se justificaba antes, pero ahora es una funcion estatal completamente indispensable. Yo definiria esa funcion de la siguiente manera: impedir, por todos los medios, que el futuro meta sus tentaculos en nuestro tiempo, cortar estos tentaculos y quemarlos con un hierro al rojo. Interferir en el trabajo de los inventores, estimular a charlatanes y escolasticos... introducir en todos los gimnasios unicamente la educacion clasica. Y en los puestos superiores del estado solo debe haber ancianos, con grandes cargas familiares y grandes deudas, no menores de sesenta anos, para que recibieran sobornos y durmieran durante las reuniones.

—Que cosas dice, Viktor —dijo Pavor, con tono de reproche.

—?No, esta bien! —intervino Golem—. Es inusitadamente agradable escuchar discursos tan serenos y leales.

—?Aun no he concluido, senores! A los cientificos con talento hay que darles puestos de administradores, con salarios elevados. Aprobar todos los inventos, pagar poco por ellos y meterlos en el cajon de abajo. Introducir impuestos draconianos por cada novedad comercial y productiva. —«?Y por que estoy de pie?», penso Viktor y se sento—. Bien, ?que le ha parecido? —le pregunto a Golem.

—Tiene usted toda la razon. Ahora, aqui todos son radicales. Hasta el director del gimnasio. El conservadurismo es nuestra salvacion.

—No habra salvacion posible —dijo Viktor con amargura, tras tomar un sorbo de ginebra—. Porque todos los idiotas radicales no solo creen en el progreso, sino que lo aman y estiman que no pueden vivir sin el. Porque el progreso es, ademas de todo, coches baratos, electrodomesticos y, en general, la posibilidad de trabajar menos y ganar mas. Y por eso, todo gobierno esta obligado a accionar el freno con una mano... bueno, no con la mano, a pisar el freno con un pie, y con el otro pisar el acelerador. Como un corredor en una curva. El freno, para no perder la direccion, y el acelerador, para no perder velocidad, o si no algun demagogo, partidario del progreso, los echara sin falta del asiento del conductor.

—Es dificil discutir con usted —dijo Pavor, con cortesia.

—Pues no discuta —replico Viktor—. No es necesario discutir: la verdad nace del debate, que se vaya al diablo. —Se acaricio suavemente el chichon y anadio—: Ademas, seguramente digo todo esto debido a mi incultura. Todos los cientificos son partidarios del progreso, y yo no soy cientifico. Simplemente, soy un cupletista famoso.

—?Por que se toca constantemente la nuca? —pregunto Pavor.

—Un miserable me ha golpeado —dijo Viktor—. Con un puno americano... ?Es correcto lo que digo, Golem? ?Con un puno americano?

—Creo que si. O podria ser con un ladrillo.

—?De que estan hablando? —se asombro Pavor—. ?Un puno americano? ?En este rincon provinciano?

—Vealo usted mismo —dijo Viktor, en tono aleccionador—. ?El progreso! Bebamos otra vez por el conservadurismo.

Llamaron al camarero y volvieron a beber por el conservadurismo. El reloj dio las nueve, y una pareja conocida entro en el salon. Era un joven, de gruesas gafas, y su acompanante, un tipo larguirucho. Ocuparon una mesa, encendieron la lamparita y se dedicaron a estudiar la carta. El joven llevaba de nuevo un portafolios, que dejo a su lado en un butacon libre. Siempre trataba muy bien a su portafolios. Tras dictarle el pedido al camarero, ambos se estiraron en sus asientos y se dedicaron a mirar un punto en el espacio, sin hablar.

«Que pareja mas extrana —penso Viktor—. Una total falta de correspondencia. Es como verlos a traves de binoculares estropeados: uno se difumina y el otro esta enfocado, y al reves. Incompatibilidad absoluta. Con el joven de las gafas se podia hablar del progreso, mientras que con el larguirucho, no. Pero ahora los voy a hacer coincidir. ?Como lograrlo? Por ejemplo, de esta manera... Un banco estatal, los sotanos... cemento, hormigon, alarmas... el larguirucho marca una combinacion, la puerta de acero gira, queda abierta la entrada al tesoro, ambos entran, el larguirucho marca otra combinacion, las puertas de la caja fuerte se abren y el joven mete los brazos hasta los codos en brillantes.»

El doctor R. Kvadriga comenzo repentinamente a llorar y tomo la mano de Viktor.

—Pernocta en mi casa, ?si? —dijo. Viktor le sirvio ginebra de inmediato. R. Kvadriga bebio y se seco la nariz—. En mi casa. Una villa. Hay una fuente. ?Si?

—Una fuente, es una excelente idea —comento Viktor, tratando de eludir la invitacion—. ?Que mas hay?

—Un sotano —dijo R. Kvadriga con tristeza—. Huellas. Tengo miedo. Es horrible. ?Quieres que te la venda?

—Mejor regalamela —propuso Viktor.

—Una lastima —dijo R. Kvadriga despues de pestanear.

—Avaro —le reprocho Viktor—. Eres asi desde la infancia. ?Que mezquino, quiere su villa! Cometela, ojala te atragantes.

—Tu no me quieres —constato amargamente el doctor R. Kvadriga—. Nadie me quiere.

—?Y el senor Presidente? —pregunto Viktor, agresivo.

- El Presidente es el padre del pueblo-dijo R. Kvadriga, animandose—. Un boceto en tonos dorados... El Presidente en las trincheras.Un fragmento del cuadro El Presidente bajo el fuego en primera linea.

—?Y que mas? —se intereso Viktor.

- El Presidente con impermeable-dijo R. Kvadriga con presteza—. Un mural, panoramico.

Viktor, aburrido, corto un trocito de anguila y se puso a escuchar a Golem.

—Mire, Pavor, dejeme en paz. ?Que otra cosa puedo hacer? Ya le he presentado los informes —se quejaba Golem—. Estoy listo para firmar sus conclusiones. ?Quiere quejarse de los militares? ?Quejese! O si lo desea, quejese de mi.

—No quiero quejarme de usted —respondio Pavor, llevandose la mano al pecho.

—Entonces, no se queje.

—?Deme algun consejo! ?Es que no puede aconsejarme nada?

—Senores, que aburrimiento —intervino Viktor—. Me voy.

No le prestaron atencion. Aparto la silla, se incorporo y, sintiendose muy borracho, se encamino hacia el mostrador. Teddy el calvo limpiaba las botellas y lo miraba sin curiosidad.

—?Como siempre? —pregunto.

—Espera... ?Que era lo que queria preguntarte?... ?Si! ?Como andas, Teddy?

—Llueve —se limito a decir el barman y le sirvio una copa de licor.

—Es horrible el tiempo que hace siempre en la ciudad —dijo Viktor y se recosto en el mostrador—. ?Que dice tu barometro?

Teddy metio la mano bajo el mostrador y saco el «pronosticador». Las tres espinas estaban muy pegadas al eje brillante, que parecia lacado.