Destinos Truncados - Стругацкие Аркадий и Борис. Страница 68

Ya en el metro, embutido entre dos cochecitos infantiles (en uno de ellos habia un nino, en el otro unos neumaticos para un coche Moskvich), de repente escuche con toda claridad, a pesar del estruendo de las ruedas, su voz suave: «Pero sepa que el no solo quiso escribirla. El la escribio. Y era uno de los personajes, con otro nombre, por supuesto. Y todo esto ocurrio en Kukushkin, en marzo del cincuenta y dos».

Eso. La primera espina. Primero lo escribio, y despues ocurrio todo eso. Era absurdo, absurdo, seguramente habia oido mal. O era un lapsus linguae.Lo fundamental: ?que relacion habia tenido con Anatoli Efimovich? ?Y cuando? A diferencia de la mayoria aplastante de mis colegas, Anatoli Efimovich habia sido una persona muy reservada, yo diria que hasta hurano. Faltaba a las asambleas, incluso a las mas importantes. No visitaba los salones, y no organizaba reuniones en su casa, gracias a Dios. Casi nunca aparecia por el club, no le gustaba el alcohol, preferia un buen te que el preparaba en su hogar. Apenas le quedaban amigos: unos habian muerto antes de la guerra, otros murieron durante la guerra, y los terceros, como dijo una vez, «Habian escogido los favores de la vida». En esencia estaba solo, yo siempre pensaba en eso cuando veia, en un rincon de su despacho, las montanas de paquetes postales sin abrir con las numerosas reediciones de su trilogia, esa misma que habia obtenido todos los premios posibles, ni siquiera regalaba los ejemplares de autor, no tenia a quien regalarlos.

En realidad, ademas de a mi, recibia en su casa a otras siete personas. Yo las conocia a todas y estaba seguro de que ninguno de ellos habia oido hablar sobre su obra Metales.Pero mi conocido reciente no solo sabia de aquella comedia, sino que obviamente la habia leido. Que raro, que raro... Quiza alguna vez, antes de que yo conociera a Anatoli Efimovich, habian sido amigos y despues se habian distanciado, ?si? Pero ese hombre era aproximadamente de mi edad, podia ser hijo de Anatoli Efimovich, asi que ?cuando habria podido conocerlo?

No se me ocurrio nada al respecto, y despues todas aquellas ideas desaparecieron de mi cabeza cuando, casi al lado de mi casa, resbale de verdad, hice una pirueta totalmente fantastica y cai de costado, derribando ademas a una dama que paseaba con un perrito.

Seis personas corrieron a levantarnos, hubo muchos esfuerzos, gemidos, sorbetones, frases de aliento y lamentaciones dudosas relativas a que nuestro derecho al trabajo no incluye el derecho a que se riegue arena sobre las aceras cubiertas de hielo. Quien mas sufrio, a mi entender, fue el perrito, al que le pisaron una patita en el alboroto, pero yo tambien me habia dado un golpe bastante fuerte. Estaba de pie, apretandome el costado con la mano, intentando respirar, y en torno a mi se hacian comentarios diciendo que este invierno, en Moscu, no habia ocurrido nada semejante... que desorden... el fin del mundo... el juicio final...

Tras tomar aliento, me costo trabajo pronunciar unas palabras de agradecimiento a mis salvadores, y unas palabras de disculpa ante la infeliz dama y su perrito. Nos separamos y llegue cojeando a mi portal de mosaico negro.

Las reminiscencias escatologicas que habian resonado en el coro de indignados criticos del trabajo de limpieza de calles impulsaron mis pensamientos por un cauce del todo diferente. Recorde al angel caido y sus estupidas partituras, y a continuacion, por una asociacion natural, recorde las ultimas palabras de mi conocido de hoy: «Yo no le aconsejaria ir por la calle con esas partituras. Quien sabe lo que podria ocurrir...». ?Y que? ?Que partituras eran esas, que me aconsejaban no pasear con ellas por la calle? ?Dios, protege al Zar??O Horst Wessel [10] ?Pero tampoco se me ocurria nada al respecto, nada que no fuera la increible suposicion de que se trataba de veras de las notas de las trompetas del juicio final.

Pero sobre eso, al menos, sabia a quien podia preguntar. Antes de llegar a mi piso, me detuve en el sexto. Alli vivia y trabajaba el popular compositor de canciones Gueorgui Luarsabovich Chachua, buen colega, sibarita y trabajador incansable, con el que me tuteaba casi desde el mismo dia en que me habia mudado a este edificio.

Tras la puerta, recubierta de piel artificial, atronaba el piano y cantaba una maravillosa voz femenina. Al parecer, Chachua estaba trabajando. Dude un instante. Tras la puerta se escucho un estallido de risas, el piano callo, la voz tambien se interrumpio. No, al parecer Chachua no estaba trabajando. Pulse el boton del timbre. En ese momento, el piano comenzo a sonar de nuevo, y varias gargantas masculinas gritaron algo en georgiano. Si, parecia que Chachua no estaba trabajando. Volvi a pulsar el timbre.

La puerta se abrio de par en par y alli estaba Chachua, vistiendo sus pantalones negros de concierto, con tirantes que deslumbraban sobre una camisa de blancura nivea, con el cuello desabotonado, el rostro encendido y preocupado, la enorme nariz cubierta de sudor... Demonios, estaba trabajando...

—Te ruego me perdones —dije, apretando la carpeta contra mi pecho.

—?Que ha ocurrido? —pregunto el, con alarma y algo de irritacion en la voz.

—No ha ocurrido nada —respondi, aplastando en mi interior las ganas de hablar con acento caucasiano—. He venido un instante porque tengo que hacerte...

—Oye —pronuncio con cierta impaciencia, apoyandose alternativamente sobre uno u otro pie—, ?puedes venir mas tarde? Tengo gente aqui, estamos trabajando. ?Dentro de un par de horas, esta bien?

—Espera, es una tonteria —le dije, mientras desataba las tiras de la carpeta—. Aqui tengo unas partituras. Echales un vistazo cuando tengas tiempo, por favor...

Tomo las hojas y las miro con expresion de perplejidad. Del piso salian voces masculinas que discutian. La discusion era sobre algo de musica.

—Esta bien... —pronuncio lentamente, sin apartar la vista de las partituras—. Oye, ?quien ha escrito esto, de donde lo has sacado?

—Te lo cuento despues —respondi, apartandome de la puerta.

—Si, querido amigo —acepto Chachua al instante—. Es mejor despues. Yo mismo ire a verte. Tengo trabajo para una hora, despues juega el Spartak, cuando termine paso por tu casa.

Me hizo un gesto con las hojas y cerro la puerta.

Al llegar a casa, me quite el abrigo y enseguida me meti en la ducha. Estaba totalmente empapado en sudor, el costado donde habia recibido el golpe me dolia bastante y, en general, debia serenarme. Dando vueltas bajo la ducha, me hice un programa para la noche. Ante todo, la cena, que tambien seria la comida de este dia. Tendria que prepararla. Habia patatas. Crema de leche. Guisantes. ?Bah! Si tenia una lata de ternera en conserva... ?Al diablo con las sopas! Haria patatas hervidas y anadiria la lata de carne. Tenia cebollas y ajos tiernos marinados... Y conac. ?Acaso necesita un hombre tantas cosas? Senti una alegria inmediata.

La razon por la que no me molesta pelar patatas es porque la cabeza queda totalmente libre. Por cierto, entre mis conocidos nadie puede pelar patatas tan bien y tan rapido como yo. ?El ejercito, camaradas! ?Quintales, toneladas, vagones enteros de patatas peladas! ?Y que patatas! Podridas, congeladas, verdosas, ennegrecidas del todo... Pero pelar esas patatas de tiempos de paz, compradas ademas en el mercado campesino, es una delicia. Y, Dios mio, ?que bien que no tenia que volver a la calle Bannaia!