Que dificil es ser Dios - Стругацкие Аркадий и Борис. Страница 29
…empujando a Uno, habia subido por las escaleras, habia abierto al puerta del gabinete y se habia echado en la cama como su dueno que era. A la luz de la lamparilla de noche, vio una carita blanca y unos ojos enormes, llenos de espanto y repugnancia. En aquellos ojos habia visto reflejada su propia imagen, tambaleandose, el labio inferior caido y babeante, los nudillos desollados y la ropa sucia como un infame e imprudente plebeyo de sangre azul. Aquella vision lo habia hecho retroceder, bajar las escaleras, atravesar corriendo el vestibulo, abrir la puerta, salir a la oscura calle y huir lejos, muy lejos…
Rumata encajo los dientes y, sintiendo que se le helaban las entranas, abrio la puerta sin hacer ruido y, andando de puntillas, entro en el vestibulo. En un rincon, el baron, que seguia durmiendo tranquilamente, resoplaba como un ballenato.
— ?Quien anda ahi? — pregunto Uno, que dormitaba en un banco con una ballesta en las rodillas.
— Silencio — susurro Rumata -. Vamos a la cocina. Prepara agua, vinagre y un traje nuevo. ?Anda, date prisa!
Uno, contra su costumbre, no dijo una palabra, y se afano en ayudar a su amo. Este se detuvo echando agua durante mucho rato, frotandose energica y placenteramente, y luego completo su aseo frotandose con el vinagre hasta arrancarse toda la suciedad que le quedaba de la noche pasada. Mientras le abrochaba las hebillas traseras de sus absurdos calzones color lila, Uno dijo:
— Anoche, cuando vos os fuisteis, bajo Kira y me pregunto si habiais vuelto. Creia haber sonado. Le dije que, desde que os fuisteis por la tarde a hacer la guardia, no habiais regresado,
Rumata suspiro, pero no se sintio aliviado.
— Me he pasado toda la noche con la ballesta al lado del baron, por si se le ocurria irse para arriba.
— Muchas gracias, muchacho — dijo Rumata, sintiendose avergonzado.
Finalmente, se puso los zapatos, salio al vestibulo y se miro en un oscuro espejo metalico. La kasparamida era infalible. En el espejo se reflejaba la imagen de un noble elegante, con el rostro un poco palido por el cansancio de la pesada guardia nocturna, pero sumamente decoroso. Sus humedos cabellos, sujetos por la diadema de oro, caian suave y graciosamente a ambos lados del rostro. Rumata se centro en el objetivo que relucia en su frente. Buenas escenas habran captado hoy en la Tierra, penso sombriamente.
Ya habia amanecido. El sol entraba a traves de las polvorientas ventanas. Empezaban a abrirse los postigos. Afuera se oia como los vecinos se saludaban en la calle. «?Como has dormido, hermano Kiris?». «Bien, gracias a Dios, hermano Tika». «Pues en nuestra casa alguien intento entrar por la ventana. Dicen que el noble Don Rumata ha estado de juerga esta noche.» «Si, dicen que ha tenido invitados.» «?Pero acaso eso que hay ahora son juergas? Cuando el Rey era joven si que se divertia la gente. En una ocasion quemaron media ciudad sin saber como.» «?Y que quieres que te diga hermano Tika? Hay que darle gracias a Dios por tener un vecino como el noble Don. Como maximo se corre una juerga una vez al ano.»
Rumata subio al gabinete, llamo y entro. Kira, sentada en el sillon lo mismo que el dia anterior, levanto los ojos y le miro sobresaltada.
— Buenos dias, pequena — dijo Rumata. Se acerco a ella, le beso la mano y se sento en el sillon que estaba enfrente.
Ella siguio mirandole, como si quisiera asegurarse de algo, y luego pregunto:
— ?Estas cansado?
— Si, un poco. Y debo irme de nuevo.
— ?Quieres que te prepare algo?
— No es necesario, gracias. Uno me lo preparara. Si quieres, ponme un poco de perfume en el cuello.
Rumata sintio como entre ambos se iba levantando un muro de falsedad. Al principio era una pared delgada, pero cada vez se iba haciendo mas gruesa y resistente. ?Durara toda la vida!, penso Rumata apesadumbrado. Estaba sentado con los ojos cerrados, mientras ella iba humedeciendo con diversos perfumes su amplio cuello, sus mejillas, su frente y su cabello. Kira dijo entonces:
— Ni siquiera me has preguntado como he dormido.
— Es cierto, perdoname. ?Como has dormido?
— He tenido un sueno horrible.
El muro se iba haciendo cada vez mas grueso, ya era como la muralla de una fortaleza.
— Cuando se duerme en un sitio nuevo siempre ocurren esas cosas — dijo Rumata -. Ademas, el baron debe haber armado mucho ruido abajo.
— ?Ordeno que traigan el desayuno?
— Si, por favor.
— ?Que vino te gusta tomar por las mananas?
Rumata abrio los ojos.
— Por las mananas no bebo, gracias. Prefiero agua.
Ella salio, y Rumata pudo escuchar como hablaba con Uno con voz tranquila y sonora. Al cabo de unos minutos volvio, se sento en el brazo del sillon, y empezo a contarle el sueno que habia tenido. Rumata la escuchaba enarcando las cejas y sintiendo como el muro continuaba ensanchandose y separandolo para siempre de la unica persona a la que queria de verdad en aquel mundo indecente. De pronto, se rebelo y arremetio con todas sus fuerzas contra el muro.
— Kira — dijo -, todo eso no fue un sueno.
Le conto lo que habia ocurrido, y no paso nada de particular.
— Pobrecito mio — dijo Kira -. Espera, te traere un poco de escabeche.
V
Hasta hacia muy poco tiempo, la corte de los reyes de Arkanar habia sido una de las mas cultas del Imperio. En ella existian sabios, que en su mayoria eran simples charlatanes, aunque entre ellos destacaban algunos, como Baguir Kissenski, que descubrio la esfericidad del planeta; el galeno Tata, que concibio la teoria de que las epidemias eran producidas por unos gusanillos muy pequenos, invisibles al ojo humano, arrastrados por el viento y el agua; y el alquimista Sinda, que como todos los alquimistas buscaba el procedimiento para transformar la arcilla en oro, pero que descubrio la ley de la conservacion de la materia. Tambien habia en la corte poetas, en su mayoria lameplatos y aduladores; pero algunos eran como Pepin el Bueno, autor de la tragedia historica La Campana del Norte; Tsuren el Sincero, que habia escrito mas de quinientas baladas y sonetos a los que el pueblo habia puesto musica; y Gur el Escritor, creador de la primera novela laica que registra la historia literaria del Imperio, novela que relata los amores desafortunados de un principe que se enamoro de una barbara bellisima. La corte tenia magnificos artistas, bailarines y cantantes. Pintores de talento cubrieron las paredes con frescos de brillo imperecedero, y buenos escultores adornaron con sus obras los jardines de palacio. No se puede decir que los reyes de Arkanar fueran defensores de la cultura y amantes del arte; simplemente, consideraban que las ciencias y las artes eran cosas que daban esplendor a la corte, lo mismo que las ceremonias matutinas de tocador o la presencia de la engalanada guardia real a la puerta de palacio. La tolerancia aristocratica llego hasta el extremo de que algunos sabios y poetas pasaron a ser ejes importantes del aparato del Estado. Por ejemplo, no hacia mas de medio siglo, el doctor alquimista Botsa ocupo el puesto, hoy suprimido por innecesario, de Ministro de Minas, empezo la explotacion de varios yacimientos, e hizo que Arkanar fuera famoso por sus magnificas aleaciones, cuyo secreto cayo en el olvido tras la muerte de Botsa. Y Pepin el Bueno dirigio la instruccion publica hasta que, hacia relativamente poco tiempo, fue eliminado el Ministerio de Historia y Bellas Artes, que el dirigia, por considerar que su labor era peligrosa y corrompia las mentes.