Que dificil es ser Dios - Стругацкие Аркадий и Борис. Страница 51
— Si, he de darme prisa, o de lo contrario ese Arima me va a dejar sin bodegas. Os espero manana o pasado manana, amigo. ?Quereis algo para la baronesa?
— Besadle la mano de mi parte. ?Y daos prisa, maldita sea!
Los monjes estaban ya cerca.
— ?No correis ningun peligro? — pregunto el baron, preocupado. — ?Diablos, no! ?Corred!
El baron lanzo el caballo al galope contra el grupo de monjes. Algunos cayeron y rodaron por el suelo, otros gritaron. Se formo una polvareda de considerables dimensiones. El baron desaparecio tras ella, pero podia oirse aun como los cascos de su caballo golpeaban las losas. Rumata miro hacia una calleja donde estaban sentados y moviendo las cabezas como atontados algunos de los monjes que habian rodado por el suelo. En aquel momento una voz dijo a su oido:
— Noble Don, ?no os parece que os estais extralimitando?
Rumata se giro. Don Reba lo estaba mirando fijamente, con una sonrisa forzada.
— ?Extralimitandome? — murmuro Rumata -. La palabra extralimitacion no existe para mi. — Y, remedando a Don Reba, anadio -: Ademas, no veo por que un noble Don no puede ayudar a otro que ha caido en desgracia.
Un grupo de jinetes, con las picas en ristre, paso por su lado en persecucion del baron de Pampa. El rostro de Don Reba sufrio un cambio.
— Bien, no hablemos de esto — dijo -. ?Oh, veo que esta tambien aqui el eminente doctor Budaj! ?Teneis un aspecto magnifico! Voy a tener que inspeccionar personalmente la prision. Los reos del Estado, incluso cuando son puestos en libertad, no tendrian que salir de la carcel: tendrian que ser sacados.
El doctor Budaj se lanzo hacia el como ciego, pero Rumata se interpuso.
— Decidme, Don Reba, ?que opinion teneis del padre Arima?
— ?El padre Arima? — dijo Don Reba, enarcando las cejas -. Es un magnifico militar. Ocupa un alto puesto en mi Episcopado. ?Por que me haceis esa pregunta? — Porque, como fiel servidor de Vuestra Ilustrisima — dijo Rumata, inclinandose y sonriendo maliciosamente -, me apresuro a poner en vuestro conocimiento que podeis considerar este alto cargo como vacante.
— ?Por que?
Rumata, en vez de contestar, miro hacia la calleja, donde el polvo amarillo aun no se habia asentado. Don Reba miro tambien hacia alla. Su rostro denotaba preocupacion.
Ya era pasado mediodia cuando Kira invito a pasar a la mesa a su noble Don y a su sabio amigo. El doctor Budaj, tras lavarse, vestirse con ropas limpias y afeitarse, tenia un aspecto impresionante. Sus movimientos eran lentos y llenos de dignidad, y sus inteligentes ojos grises miraban con bondad e indulgencia. Lo primero que hizo fue disculparse ante Rumata por el arrebato que tuvo en la plaza.
— Pero comprended — dijo -. Aquel hombre es terrible. Es un brujo cuya aparicion en el mundo solo puede explicarse por un descuido de los dioses. Soy medico, pero no me averguenza reconocer que si se me presentara la ocasion lo mataria. He oido que han envenenado al Rey… Yo se con que lo han envenenado — Rumata se puso en guardia -. Ese Reba se presento en mi celda y me exigio que le preparara un veneno cuyo efecto no se dejara sentir hasta al cabo de unas horas. Por supuesto, me negue. Me amenazo con la tortura, pero me rei en su cara. Entonces aquel miserable llamo a sus verdugos y les ordeno que trajeran de la calle una docena de ninos y ninas menores de diez anos. Puso a aquellos angeles ante mi, tomo mi saco de drogas, y me dijo que iba a probar en los ninos todas las drogas, sucesivamente, hasta hallar la que necesitaba. Asi fue envenenado el Rey, Don Rumata — le temblaban los labios, pero supo contenerse. Rumata, que se habia girado hacia un lado por delicadeza, asintio con la cabeza. Por supuesto. Todo estaba claro. El Rey no hubiera tomado ni una aceituna de manos de su ministro. Asi que el canalla obro a traves de un charlatan, al que seguramente le ofreceria el titulo de galeno de la corte si curaba al Rey. Y aquello explicaba por que Don Reba se habia alegrado tanto cuando el lo desenmascaro ante el Rey en la alcoba: porque era dificil imaginar una ocasion mas propicia para ofrecerle al Soberano los cuidados de un Budaj impostor. Asi toda la responsabilidad recaeria sobre Rumata de Estoria, el espia irukano y conspirador. Somos como ninos, penso. En el Instituto habria que organizar unos cursos especiales para el estudio de las intrigas feudales. En esos cursos las calificaciones deberian expresarse en «rebas», o mejor todavia en «decirebas», aunque incluso estas ultimas unidades resultarian demasiado grandes.
Al parecer, el hambre del doctor Budaj era considerable. Pero rehuso delicada aunque firmemente los alimentos no vegetales, y acepto casi exclusivamente las ensaladas y unas empanadillas con confitura. Bebio un vaso de estoria, y sus ojos cobraron brillo y sus mejillas color. Rumata, por su parte, no podia comer. Ante sus ojos crepitaban y humeaban las rojizas antorchas, le parecia que todo a su alrededor hedia a carne quemada, y sentia en la garganta un nudo grande como un puno. Por esto, mientras su huesped satisfacia su apetito, lo espero de pie junto a la ventana, hablando cortes, lenta y tranquilamente para que Budaj comiera a gusto.
La ciudad se iba animando poco a poco. Empezaba a verse gente por las calles, las voces se iban haciendo mas altas, se oia como golpeaban unos martillos y crujian unas maderas. Estaban quitando de los tejados y las fachadas todas las imagenes paganas. Un tendero gordo y calvo llego a la plaza con un barril de cerveza en un carro, y se puso a venderla a dos ochavos la jarra. Los ciudadanos se iban adaptando. En el portal de enfrente, el espia guardaespaldas estaba metiendose los dedos en la nariz mientras charlaba con la flaca vecina. Mas tarde pasaron unas carretas cuya carga llegaba hasta el segundo piso. Al principio Rumata no se dio cuenta de la clase de carga que era aquella, pero despues vio que por debajo de la estera que la cubria sobresalian manos y pies amoratados o negros, y se retiro apresuradamente de la ventana.
— Lo esencial del hombre — decia Budaj en aquel momento, sin dejar de comer lentamente — es la maravillosa facilidad con que se acostumbra a todo. No hay nada en el mundo a lo que no pueda acostumbrarse. Ni el caballo, ni el perro, ni la rata, tienen esta facilidad de adaptacion. Es posible que Dios, cuando creo al hombre, comprendiera las penalidades a las que iba a verse encadenado y por eso le diera una enorme reserva de fuerza y de paciencia. No es facil decir si esto es bueno o malo. Si el hombre no tuviera esta paciencia y resistencia, todas las personas buenas hubieran muerto ya, y en el mundo no quedarian mas que los malvados y los inservibles. Por otra parte, la costumbre de resistir y adaptarse convierte a las personas en animales mudos, que no se distinguen de los demas mas que en su anatomia y por poseer menos medios de defensa. Y cada dia que pasa engendra nuevo espanto, maldad y violencia.
Rumata miro a Kira. Estaba sentada frente a Budaj, y lo escuchaba atentamente con la mejilla apoyada en las manos. Sus ojos estaban tristes. Se notaba que sentia una gran compasion por todo el mundo.
— Tal vez lleveis razon, respetable Budaj — dijo Rumata -. Pero fijaos en mi, por ejemplo. Soy un simple noble — en la alta frente de Budaj se formaron unas arrugas, y sus ojos parecieron redondearse reflejando asombro y alegria -, pero respeto enormemente a los hombres cultos porque considero que forman la nobleza del espiritu. Por eso me sorprende que, siendo vosotros los unicos poseedores y transmisores de conocimientos tan elevados, seais tan pasivos. ?Por que os dejais despreciar, encarcelar y quemar en la hoguera con tanta resignacion? ?Por que os separais del autentico sentido de vuestras vidas, es decir, el de adquirir nuevos conocimientos, y de la exigencia practica de estas, es decir, la lucha contra el mal?